Luján PALACIOS

Gaspar Melchor de Jovellanos fundó en 1794 el instituto que lleva su nombre, y desde entonces hasta la actualidad las clases se han impartido en múltiples sedes y prácticamente sin interrupción. El profesor Manuel Santiago López, docente en el IES Jovellanos, lleva años investigando la historia del centro, y con la colaboración de varios alumnos ha conseguido plasmar en un libro una historia amplia y, en algunos pasajes, desconocida para el gran público. Esta tarde ofrece una charla en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón (20.00 horas, en el salón del Centro San Eutiquio, junto a la iglesia de San Pedro) en la que desgranará todos los vaivenes del instituto.

La primera de sus sedes fue precisamente en una casa de la familia Jovellanos. Las primeras clases se impartieron en un edificio cedido por el hermano mayor del prócer, Francisco de Paula, en el barrio de Cimadevilla. El éxito de la iniciativa fue tanto que pronto hubo que llevar a cabo un primer traslado, a lo que se conoce hoy en día como el Antiguo Instituto. En principio, el edificio contó con sólo una planta por problemas de financiación.

El segundo traslado aconteció 80 años después, para permitir la ejecución de las obras que habrían de dar tres plantas al edificio. Así pues, tal y como han comprobado Manuel Santiago López y sus alumnos, los estudiantes fueron trasladados a la fábrica de chocolates La Primitiva Indiana, en el actual paseo de Begoña. Una ubicación que poca gente conoce, pero de la que quedan testimonios gráficos.

El tercer traslado supuso la vuelta a la segunda sede, completada después de ochenta años, si bien en 1932 los alumnos fueron desalojados y trasladados al Colegio de la Inmaculada para dejar el espacio a la Guardia de Asalto. Durante estos años, los alumnos asistieron a clase en la Inmaculada, otro traslado que alimenta las curiosidades de la sede.

Durante la Guerra Civil, las clases continuaron en la Escuela Superior de Industrias, y al finalizar la contienda de nuevo se retornó a la segunda sede. Finalmente, y hasta la actualidad, los alumnos ocupan el último centro, en la avenida de la Constitución.

El trabajo de recopilación de la historia del instituto ha sido desarrollado por Manuel Santiago López a lo largo de once años y para ello ha contado con la ayuda de numerosos alumnos de las clases de Diversificación. La recuperación de la memoria del centro partió como una actividad amena para lograr la implicación de los chavales, y el resultado no ha podido ser mejor. Incluso han elaborado maquetas a escala y con todo lujo de detalles de cada una de las principales sedes del centro.

Como colofón a este trabajo, el profesor presentaba hace poco el libro «Las sedes del Instituto de Jovellanos», en el que se narran de forma amena y con material gráfico los sucesivos traslados. Esta tarde, Manuel Santiago López acercará esta historia a todos los interesados.