Pablo TUÑÓN

Los vecinos de la zona no han quedado completamente satisfechos con la remodelación del parque Severo Ochoa, uno de los principales espacios de ocio al aire libre de Pumarín. De hecho, Manuel Arrieta, concejal de Mantenimiento Urbano, aseguraba ser consciente de ello ayer en la inauguración del parque, a la que también asistió la alcaldesa, Carmen Moriyón. «Hemos notado que la remodelación se quedó un poco corta con los juegos infantiles. Los vecinos nos dicen que son escasos y yo también lo creo dada la amplitud del entorno de viviendas. Tendremos que asumir incrementar las zonas de juego. Otra demanda es que hay pocos bancos y vamos a colocar algunos de inmediato», dijo Arrieta.

La remodelación del parque fue asumida por la empresa que construyó el aparcamiento subterráneo situado en el mismo lugar, tal y como se acordó en el pliego de licitación. Sin embargo, aunque se alegran de poder volver a utilizarlo después de las obras, los vecinos no se han quedado del todo satisfechos. «Faltan cosas. Para los niños pequeños lo veo muy escaso, sólo hay dos columpios para los más pequeños», asegura Jacoba Fernández, residente de la zona. «Queríamos un sitio de gimnasia para mayores», añade Isabel Acebedo, vecina de Fernández.

Ciertamente, los padres y abuelos que acuden al parque con hijos y nietos coinciden en que escasean los columpios. «Faltan juegos para niños menores porque la mayoría son para niños de 5 años para arriba», señala Daniel Rey, que también ha visto otras deficiencias. «En una zona hay un desnivel grandísimo y peligroso para chiquillos que van en bicicleta», opina. El parque, además de área para niños, está dotado de canchas para practicar deporte, mesas de ping-pong y dos zonas para jugar a la petanca, muy concurridas por los vecinos de más edad.

Otra de las peticiones vecinales pasa por el control y vigilancia del parque, ya que algunos aseguran que antes estaba invadido en ocasiones por pandillas latinas. «Tomaban el parque», dice Isabel Acebedo, mientras que Jacoba Fernández asegura que veía «señoras paseando perros por la mañana y no podían pasar porque las intimidaban». Asimismo, cuentan que desde sus casas observaban movimientos sospechosos en la zona verde. «Por la noche era un escándalo continuo. Les veía esconder y transportar cosas», cuenta Acebedo. Por ello, piden que «no vuelvan» a ocupar el remodelado parque estas pandillas.