Luján PALACIOS

El «Rivulus albae» es un pez pequeñito, procedente del norte de Brasil y que por primera vez se muestra al público. Se trata de un ejemplar de la especie de los «killis», que estos días causan furor en el acuario de la ciudad. La XIX Convención anual de la Sociedad Española de Killis cierra hoy su encuentro, en el que se han reunido 340 parejas de peces, con el «Rivulus albae» como principal novedad. Su descubridor ha sido el gijonés José Ramón García Gil, presidente de la sociedad, que ayer se mostraba orgulloso el acuario con sus ejemplares, a los que ha bautizado con un nombre científico que incluye un guiño a su hija, Alba.

Colocados en pulcro orden, en acuarios de reducidas dimensiones que toman todo el hall del centro museístico, entre la multitud de «killis» también se pueden observar otros ejemplares raros, como el «Cyprinodon alvarezi», procedente del Potosí y que en la actualidad se ha extinguido en libertad; o el «Aphanius sirhani», un «killi» que sólo vive en una determinada laguna de Jordania y que se está criando en cautividad para devolverlo a su hábitat natural.

Tal como explica José Ramón García, la sociedad que preside desarrolla una importante labor, porque «no se trata sólo de coleccionismo con una especie de peces que son muy llamativos; también colaboramos con universidades y gobiernos de buena parte del mundo para preservar las especies amenazadas». De hecho, una de estas alianzas se ha establecido con la Universidad de Nuevo México, con el fin de reintroducir algunas de estas especies en sus hábitats naturales, después de un período de cría en cautividad por parte de los aficionados.

Los «killis» se dan en todos los continentes, salvo en Oceanía, y, como indica García, los hay de tres tipos: los anuales, que ponen sus huevos en charcas que se secan y detienen el desarrollo embrionario, de tal manera que eclosionan de manera escalonada cuando llegan las lluvias; los no anuales, que viven en zonas húmedas y saltan de charca en charca en busca de agua, y los semianuales, que entierran sus huevos en la estación seca, pero sólo sobreviven unas pocas semanas. En España existen tres especies en peligro de extinción, y están catalogadas dentro del tipo de los no anuales, aunque no son capaces de saltar para desplazarse.

En la convención de este año se han dado cita «killis» llegados de países como «Estados Unidos, Bulgaria, Alemania, Uruguay, Argentina, Francia y Portugal», explica el presidente de la sociedad. En la mayoría de los casos proceden de la cría en cautividad, y los aficionados se desplazan por todo el mundo en viajes de estudio y colecta. Luego, «se intercambian, no sólo peces vivos, también los huevos, porque estos ejemplares no se encuentran en las tiendas de acuarofilia». De esta manera, las especies más exóticas se dan en cualquier parte del mundo, con el condicionante, en determinadas especies, de «mantener el agua a una temperatura, con una determinada química y alimentos más o menos específicos».

Ayer se subastaron algunas de las especies más raras, donadas por los propietarios de forma altruista, y los beneficios irán a parar a la propia sociedad. El precio de partida es de tres euros, y los más caros pueden llegar a costar hasta 100. Hoy por la mañana tendrá lugar una subasta general, con todas las especies, y la sociedad confía en contar con una alta presencia de aficionados interesados en comprar, porque cada vez más amantes de los peces se animan a poner un «killi» en sus vidas.