Pablo TUÑÓN

Asturias no fue menos y también se animó a bailar por el «Día internacional de la danza». Gijón se convirtió en un escenario de música y baile, primero en el muro de San Lorenzo y después en el paseo de Begoña. «Es el sexto año que se hace. Esta cita supone dar a conocer a la gente el trabajo que hay detrás de las coreografías que realizan los chicos. Acercarlo al público y que le den su justo valor», señalaba Elisa Novo, una de las organizadoras.

De mañana varios grupos pusieron en prácticas sus coreografías ante decenas de curiosos que se arremolinaron alrededor de la popular Escalerona. Pequeños bailarines de ballet clásico, niños disfrazados de personajes de Disney, chicas flamencas... Los paseantes de San Lorenzo disfrutaron de un espectáculo variado y colorido.

Carlos Secades, de 5 años, estaba encantado exhibiendo sus habilidades de danza clásica en barra, apoyado sobre la barandilla del Muro. «Mi madre me enseñó a bailar y me lleva a la escuela», contaba Secades, que quedó contento con su actuación. «Me salió muy bien y no me puse nervioso», aseguraba. Él actuó junto con otros alumnos de la escuela Elisa Novo. También participaron la academia Alejandra Tassis, Movendi (Avilés), el gimnasio Ritmos (Oviedo), el grupo folclórico «La Inmaculada» y estudiantes de los colegios La Ería y Cabueñes, entre otros. En total, unas ochenta personas.

Ana Cancio, madre de Carlos Secades, observó con detalle la actuación de su hijo. «Es de los pocos niños que estudian ballet. Desde que empezó a andar ya escuchaba música y bailaba. Se le da bien y es feliz», comentaba. Además, halagaba la iniciativa del «Día internacional de la danza», cuyos actos estuvieron organizados por la Asociación de Profesionales de la Danza de Asturias. «Me parece precioso con tantos colores. Es maravilloso, y más con este día soleado», decía Cancio.

Otra de las participantes fue Verónica García, una gijonesa de 9 años que acude a la academia Alejandra Tassis. «Llevo bailando desde los 3 años. Bailo de todo, pero lo que más me gusta es la danza clásica», señalaba. Al igual que Secades, Verónica quedó satisfecha con el resultado de la coreografía en la calle, con el mar de fondo. «Me salió bien aunque me puse un poco nerviosa al principio», contaba la pequeña gijonesa, que, a pesar de su afición por el baile, le gustaría dedicarse a tocar el contrabajo.

Antes de todas las actuaciones, a las doce en punto, se leyó un texto escrito para la ocasión por Sidi Larbi Cherkaoui, bailarín y coreógrafo belga. «La danza es una de las formas de expresión más honestas que existen y por eso debemos apreciarla y conservarla», proclamaron en la megafonía instalada en el Muro.

Por la tarde, la actividad se trasladó frente al teatro Jovellanos, donde se organizaron diferentes talleres gratuitos y abiertos: de baile moderno, danza medieval, improvisación, capoeira e, incluso, «break dance». También hubo tiempo para un «flashmob» de libre participación, una coreografía multitudinaria espontánea que llamó poderosamente la atención en Begoña.