Pablo TUÑÓN

Heces, orín, jeringuillas, vómitos... Los vecinos de la urbanización Algarve, situada en la avenida de Galicia, aseguran haberse encontrado de todo en sus portales y en el patio interior. De ahí que hayan tomado la decisión de vallar los soportales exteriores del edificio, manteniendo el libre acceso con varias puertas, a pesar del descontento de los comercios instalados en los bajos del bloque, que creen que cercar el perímetro del edificio les hará perder clientes.

Los vecinos aseguran que deben vallar el bloque para que la Policía pueda actuar contra aquellos que entran y mantienen comportamientos incívicos en el interior del patio, que, recuerdan, es propiedad privada, al igual que el espacio de los soportales exteriores. Aunque deben permitir el paso libre, técnicamente servidumbre de paso, para la actividad de los comercios.

«Está entrando gente de la calle a hacer "botellón" o incluso a pincharse. Hay hasta jeringuillas a veces y cuando pides una pizza se mete la moto por el patio», cuentan miembros de la junta gestora de la comunidad vecinal, formada por los presidentes de los 13 portales de la urbanización, donde hay 213 viviendas. «Venía gente con una caraja enorme y se echaban a dormir en los bancos que teníamos y devolvían», cuenta uno de los presidentes de portales, mientras otro asegura que se encontró «excrementos y una pareja practicando sexo» en su portal. «La Policía nos decía que no podían hacer más que echarlos pero que volverían y que para que pudiesen actuar teníamos que cerrar el bloque», explican desde la junta gestora. Ese fue el argumento de peso para que, hace diez años, la comunidad votase con un sí mayoritario la instalación de una verja perimetral. A partir de ahí, los comercios, en desacuerdo, iniciaron la vía judicial y salieron ganando en primera instancia aunque, tras varios recursos, el Tribunal Supremo, en última instancia, dio vía libre al cierre de la urbanización, que ahora afrontan los vecinos con el descontento de varios comerciantes. «A algunos no les importa», matiza un miembro de la junta gestora.

La servidumbre de paso, tanto en los soportales exteriores como en el patio interior, donde hay también varios negocios, quedará garantizada con ocho puertas a lo largo del perímetro vallado que no se cerrarán ni con llave ni con candado. «Con la mano en el corazón aseguro que la barandilla no afectará a los comercios», dice uno de los presidentes de portales, que añade que «no va a impedir que pasen los clientes, así que no los perderán».

Asimismo, garantizan que los comercios y cafeterías serán visibles desde la acera de la avenida de Galicia y de las calles de los Laboratorios y Rosalía de Castro, que bordean la fachada. Por ello, han pensado instalar una barandilla que mida poco más de un metro. «Las puertas estarán abiertas por el día y se cerrarán por la noche, aunque las podrá abrir cualquiera», aseguran. Con esta medida tratarán de evitar las desagradables sorpresas que dicen encontrarse de vez en cuando.