Pablo TUÑÓN

La parroquia de Santurio mira a su pasado, mucho más grande que su pequeña extensión. Los vecinos se resisten a renegar de sus antepasados, que labraron sus huertos y se dedicaron masivamente a la producción de sidra. Por ello, varios miembros de la asociación vecinal «San Jorge» llevan cuatro meses restaurando herramientas y maquinaria de campo y de elaboración sidrera que guardaban los residentes de la zona, para exhibirlo todo en una muestra etnográfica permanente que se inaugurará el 29 de abril, fiesta del patrón, con motivo del 30.º aniversario del colectivo vecinal.

«Se trata de mantener el recuerdo de la parroquia. De que los vecinos no den para chatarra los utensilios antiguos que tienen en casa, como ocurre muchas veces», explica José Luis Pérez, presidente de la asociación vecinal, cuya sede albergará la exposición. Junto a él, Aurelio Medina y José Manuel Piñera llevan meses enfundándose sus monos de taller y demostrando sus conocimientos de mecánica y su destreza manual a la hora de limpiar, cepillar, tratar la madera, barnizar y pintar todos los artefactos que, en un principio, compondrán la muestra.

Entre ellos, la «joya de la corona»: un motor de gasolina de 1,5 caballos que data de 1913. «Esto no lo tienen ni en Ingenieros de Gijón», asegura Pérez. Se trata de un motor de dos tiempos, con su sistema original de engrase y que arranca a manivela, fabricado por Hilson en Estados Unidos. En concreto, el modelo JS. «Un vecino lo tenía acoplado a una máquina de picar manzana. Hacía veinte años que no lo usaba. Llegó a la familia procedente de una fábrica de chocolate», explica Pérez. Tras limpiarlo con quitagrasas, disolvente, gasóleo y a base de cepillo, le devolvieron su color original. Les ha quedado como nuevo y no descartan arrancarlo cualquier día.

Una parte de la muestra está dedicada a utensilios relacionados con el cultivo de la tierra, que caracterizó históricamente a Santurio. «Los vecinos iban siempre al mercado en burro», explica Pérez. Arados de madera y de metal, sembraderas antiquísimas, una máquina de granar maíz de principios del siglo XX, una picadora de maíz para el ganado y otra de picar remolacha. «Santurio producía remolacha para la azucarera de Veriña», apostilla José Luis Pérez. Tampoco falta un aparatoso gato de madera para levantar los carros y otros utensilios relativos a las diferentes fases del cultivo de la tierra: grades, ajuntadoras y hasta collares centenarios para burros y caballos.

La otra parte importante de la exposición estará dedicada a la elaboración de la sidra, vital en la historia de la parroquia. «En el siglo XVII Santurio tributaba con una pipa de sidra. Aquí llegó a haber 23 llagares en las 22 caserías establecidas en la parroquia. Se producía sidra y cuando estaba fermentada venían los chigreros y cataban los mejores toneles para elegir cuál llevarse. Volvían y envasaban la sidra», explica el presidente vecinal, que añade: «Lo que no quería nadie iba para la champanera».

La muestra cubre prácticamente todo el proceso de elaboración tradicional del caldo asturiano, con artefactos y utensilios antiquísimos: una báscula para pesar las manzanas, una picadora de manzanas, un llagar fabricado en Santurio, al igual que un tonel. No faltan la corchadora ni la envasadora. Todo ello perfectamente restaurado y listo para funcionar. Hasta se han hecho con una antigua caja de sidra de madera donde iban colocadas las botellas.

La exposición permanente, que incluirá un panel completo con instrumentos de carpintería, irá acompañada de carteles ilustrativos y con el nombre del vecino que donó cada pieza. Será una mirada al pasado y tradición de Santurio, una parroquia forjada entre sidra y remolacha.