Pablo TUÑÓN

Atrapados por la magia de Nicanor Piñole. Así se mostraron ayer veinte niños que participaron en el taller didáctico «Los manzanos en flor», impartido en el museo que lleva el nombre del pintor gijonés. Disfrutaron y aprendieron de la vida y obra del popular artista, además de realizar sus propias creaciones tomando como tema la naturaleza y basándose en el último cuadro de Piñole llegado al museo, procedente del Reina Sofía: «La Primavera».

«Aprendí a usar el azul y el blanco», señalaba Llara Zapico, una niña de 6 años que acudió ayer al taller. Allí, admiró el nuevo cuadro de Piñole que se exhibe en el museo, que representa el momento de la siembra en Carreño y en el que aparecen niños, uno de ellos montado a caballo. «Me gustó mucho el cuadro, por el caballo y porque el niño estaba encima de él», señalaba Zapico, que, de la explicación sobre la vida del artista gijonés, se quedó con que «cuando nació murió su padre».

Curiosamente, este pasaje de la biografía de Nicanor Piñole es el que más llama la atención a los más pequeños. «Me encantó la historia del pintor, ha sido lo que más me ha gustado, porque es muy importante e hizo pinturas muy bonitas», explicaba Gabriel Carús, también de 6 años, al que impresionó el lienzo de «La Primavera» «por las flores». A él le entusiasma la pintura. «Lo estoy pasando muy bien porque es muy divertido», manifestaba ayer, antes de añadir que «es fácil pintar y se me da bien».

Gabriel y sus compañeros pudieron mostrar su destreza realizando sus propias obras: un manzano floreciente sobre un fondo azul. Para ello, utilizaron diferentes técnicas: pintura con esponja, «frottage» y «collage». Todo con las instrucciones que les dio Maite Centol, artista plástica. «Se portan bien. Los niños que vienen son normalmente muy creativos, aunque con estas edades es una creatividad muy innata», aseguraba Centol. También se les enseñó la vida de Nicanor Piñole, así como algunas nociones del impresionismo. «Les señalamos algunos hechos de su biografía y el concepto de pintor, que siempre necesita formación. Lo de enseñarles el impresionismo es más complicado, pero suelen pillarlo bastante bien», explicaba María Suárez, encargada de la parte más teórica del taller.

Sus lecciones calaron entre los pequeños. «Aprendí que el padre de Piñole trabajaba en un barco porque era capitán. El barco chocó con una roca y murió, porque se rompió la nave», contaba con destreza Álvaro Puebla, de 6 años, que estaba seguro de que le iba a salir bien su cuadro del manzano porque «la esponja es fácil de usar».

Ayer los niños de 4 a 6 años fueron los protagonistas del taller y mañana habrá uno similar para niños de 7 a 11 años. Ellos también tendrán la oportunidad de demostrar su creatividad en un escenario simbólico del arte gijonés e imbuidos del espíritu de Piñole.