Luján PALACIOS

Los ancianos son uno de los colectivos más vulnerables, y, en el caso de los que padecen Alzheimer o enfermedades mentales, su indefensión es aún mayor. Con el convencimiento de que hay que proteger a estos mayores «ante la opacidad y el blindaje de las administraciones públicas», el gijonés Marcelino Laruelo Roa se ha lanzado a una cruzada personal para crear la Oficina de Defensa del Anciano.

Se trata de una iniciativa «individual y a nivel unipersonal», con la que Laruelo Roa pretende, en primer lugar, «arrojar luz sobre un problema muy grave, el de la situación de los ancianos con este tipo de enfermedades, que no pueden defenderse por sí mismos», y, en segundo lugar, «asesorar a todas las familias que necesiten ayuda por estas cuestiones y no sepan adónde tienen que recurrir».

Para Marcelino Laruelo, la situación de las personas mayores en la ciudad y en Asturias en su conjunto deja mucho que desear. Y cita como ejemplo el caso de «una residencia de ancianos recién estrenada en Gijón por la que ya han pasado cuatro directores diferentes», o el caso de otro establecimiento «también nuevo y muy bien equipado, pero en el que hay trabajadores de cuatro o cinco empresas diferentes, lo que causa mucho desconcierto y repercute negativamente en los mayores», denuncia.

Por eso, para atajar posibles situaciones de indefensión, especialmente entre los mayores con las capacidades cognitivas más alteradas, Laruelo Roa se propone convertirse en un punto de apoyo y orientación. Su página web www.asturiasrepublicana.com ofrece un enlace a la Oficina de Defensa del Anciano, y ofrece dos medios diferentes de contacto: el correo ordinario, a la dirección Oficina de Defensa del Anciano (ODA), apartado de Correos 1.082 , 33280 de Gijón, o a través del correo electrónico: asturiasoda@yahoo.es.

«Estoy abierto a todo el mundo, a todas las sugerencias y dudas que me quieran formular. Procuraré orientar a todo el que lo necesite y ayudarlo para que se dirija a las instancias necesarias», asegura Marcelino Laruelo, que confía también en alcanzar un entendimiento y una colaboración con las administraciones públicas. «Sólo se trata de ayudar, de hacer visible un problema por el que hasta ahora no se ha hecho casi nada», indica. Una situación «injusta», a su juicio, porque «la generación de personas que ahora tienen de 80 años en adelante ha sido la que más ha sufrido y la que ha sacado el país adelante».