Teté F. BALSEIRO

Acompañados de la luz de unas velas y advertidos desde un primer momento de lo terrorífico del trayecto, los trescientos visitantes nocturnos del Botánico, se armaron de valor al adentrarse en las tinieblas del mundo zombie el pasado viernes. Era esta una de las muchas propuestas ideadas por los responsables del Jardín, para disfrutar del fantástico entorno con el que cuenta la ciudad.

En grupos de veinte personas, los intrépidos visitantes fueron acosados y aterrorizados por los muertos vivientes que se cruzaron en su camino, el mágico camino que lleva a la finca de La Isla, uno de los muchos rincones que forman el Jardín Botánico Atlántico de Gijón.

En el trayecto apenas iluminado por la tenue luz de unas velas, el público pudo reclinarse en las tumbas, desperdigadas por todos los rincones. Sólo los gritos de una ensangrentada niña, el silencio sepulcral de una joven novia o los gritos de una vecina muerta en vida, pusieron los pelos de punta a los muchos visitantes que no cesaron de gritar de manera aterradora. Solo querían tomar asiento en un fantástico remanso rodeado de cedros gigantes y contemplar en una enorme pantalla, la archiconocida película de terror «La noche de los muertos vivientes». Antes de eso tuvieron que escapar corriendo de un amenazador espectro que tras unos matorrales. Al final el trayecto mereció la pena y una vez tomado asiento, el público pudo escuchar más tranquilamente a los expertos en cine de terror Juan José Plans y Jesús Palacios, y a Illan Gonzali, responsable de Gonzali Producciones.

Dicha empresa fue la encargada de doblar en asturiano el título elegido para disfrutar de la tétrica velada, presentada por el gerente del entorno, Jesús Martínez. No faltaron los actores de doblaje Anton Caamaño, Fernando Marrot, Norberto Sánchez y Ana Blanco Rozada, además de Teresa Sánchez, gerente del teatro Jovellanos.