L. QUIROGA

En el Club de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón tuvo lugar ayer la conferencia «La iglesia de San Pedro como patrimonio arquitectónico de Gijón» de la mano de la arquitecta gijonesa Carolina Castañeda López. La introducción corrió a cargo de Luis Antuña Maese, miembro de la Asociación de Amigos de la Iglesia Mayor de San Pedro de Gijón que, tras hablar sobre la trayectoria académica de la conferenciante, dejó claro que el concepto de patrimonio «debe conjugar tres elementos: patrimonio, paisaje y personas», algo que sin duda reúne la iglesia gijonesa. Además resaltó la importancia que tiene el templo como imagen de Gijón y «es nuestra obligación como ciudadanos el conservarlo», indicó.

Cristina Castañeda, por su parte, indicó que «es importante tener en cuenta que el concepto de patrimonio también depende en gran medida de la mirada crítica de la persona que lo contempla». A la hora de tratar el tema de la reconstrucción del templo, Castañeda proyectó imágenes que mostraban el Campo Valdés vacío tras la voladura de la antigua iglesia en 1936. «Muchos ciudadanos de aquella época se preguntaron, "¿si no va a ser igual por qué no la reconstruimos en otro lugar?" algo que hubiera implicado la pérdida de parte de su significado», contó Castañeda. Para entender ese significado es necesario remontarse siglos atrás hasta sus inicios, algo confusos, en el s. XV, «existen cartografías del s. XVII donde es posible reconocer San Pedro, lo cual nos da una idea de la importancia que se le daba ya en aquella época», apuntó Carolina Castañeda.

Como dato curioso, la arquitecta gijonesa contó que «la ventilación de la antigua iglesia era mala y apenas quedaba espacio para realizar más sepulturas, por lo que Jovellanos trató de promover la construcción de un cementerio al lado de San Pedro. La gente se negó, nadie quería ser sepultado fuera del templo, así que Jovellanos propuso que el cementerio se construiría y él sería el primero en ser enterrado allí».

En la conferencia también se habló en profundidad sobre el proyecto que ideó Juan Manuel del Busto para la reconstrucción de la iglesia y que más tarde ganaron en concurso los hermanos Somolinos. Éste incluía «influencias románicas, tanto asturianas como lombardas», apuntó Castañeda.