Escritor y director de la «Semana negra»

J. L. ARGÜELLES

Afirma que no ha escrito una sola línea desde hace meses. Una dieta severa para un escritor torrencial. Ni siquiera ha tenido tiempo para ocuparse de la preparación de la «Semana negra». Y es que Paco Ignacio Taibo (Gijón, 1949) ha estado volcado en la campaña electoral de su país adoptivo, México, donde es uno de los intelectuales que ha organizado el apoyo a López Obrador, el candidato del PRD.

-Gana el PRI, avanza la izquierda de López Obrador y pierde la derecha del PAN. ¿ Es un resumen correcto?

-No, prefiero reformularlo porque en México hay dos fuerzas de derecha. La debacle del panismo tiene que ver con el desastre de la guerra de Calderón contra los narcos, un error que ha costado 60.000 vidas, así como una política económica de privilegio a los grandes capitales. La campaña se planteó como el retorno del PRI, y la elección de López Nieto fue muy extraña: una cara joven que sustentaba muy mal la idea de renovación del PRI.

-¿Quién es Peña Nieto?

-Es un político del Estado de México, es decir, de la periferia del DF, vinculado a las grandes movidas de los políticos más podridos de ese estado. Ellos le criaron y le hicieron crecer. Tiene poca cintura y es la hechura de Salinas, que fue quien lo eligió, y, además, en una alianza poco común: el viejo PRI corrupto, más los gobernadores más podridos del priismo, más un apoyo exuberante de las dos grandes cadenas de televisión de México. Esto último es lo singular, porque el 70 por ciento de los mexicanos recibe la información desde la TV. Con los meses se han ido descubriendo contratos turbios entre Peña Nieto y las televisiones, que le escribían los discursos. Era viudo, en circunstancias oscuras, y lo casaron con una actriz de telenovela muy famosa. La campaña estuvo cocinada, con encuestas sistemáticas que le daban un 52 por ciento del voto.

-¿Hubo compra de votos y coacciones?

-En los tres últimos meses López Obrador fue creciendo, aunque las encuestas no lo reflejaban. Entonces, decidieron pasar al viejo estilo del PRI: una compra de votos muy potente.

-¿Hay pruebas?

-Las que te permiten saberlo, porque es muy difícil probarlo en términos judiciales. Compraron votos a través de operadores de barrio a sueldo. Trascendió, por ejemplo, que compraron y repartieron 1,2 millones de tarjetas de crédito de la cadena de supermercados Soriana, con cien euros en cada tarjeta. Es sólo un ejemplo. Demostrar todo esto es complicado, porque tendrían que decir: «Me dieron la tarjeta a cambio del voto». Se dieron cuenta de que no servía todo el proyecto mediático armado para ganar las elecciones.

-¿Por qué a López Obrador le cuesta tanto trabajo reconocer las derrotas?

-Porque son derrotas marranas. Hoy (por ayer) es sabido que hubo un fraude electoral.

-¿La victoria de López Nieto no está, a su juicio, clara?

-No está clara y, además, será cuestionada en los próximos días. Iremos a probar lo que podemos probar. Se sabrá muy pronto, porque se hizo una recopilación de datos paralela desde la sociedad civil. Hay copias de todas las actas electorales. Una vez comparemos, se podrá ver si hay elementos para ir a los tribunales. Se proclamó un resultado que tiene detrás toda la fuerza mediática, pero que me parece provisional. Andrés (López Obrador) ha dicho que vamos a pelear la legalidad, y los estudiantes ya han salido a la calle.

-¿Por qué ha asumido usted un papel de primera línea en la campaña de López Obrador?

-La decisión surgió de una reunión familiar el pasado diciembre, porque veíamos que el país se iba a la mierda. El proyecto neoliberal y la corrupción se han vuelto insoportables: una carretera cuesta en México tres veces más que en Honduras. El retorno del PRI supone la vuelta del proyecto neoliberal vinculado a la gran corrupción y, además, a la represión. Ahí dijimos: «Vamos». Entonces, varios escritores, entre ellos Elena Poniatowska, creamos Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) Cultura. Empezamos trece y a la semana siguiente ya éramos quinientos. La comunidad intelectual está volcada con López Obrador.

-El PRI vuelve doce años después y tras gobernar siete décadas seguidas. He leído declaraciones de algún dirigente priista preocupantes. Por ejemplo, que serán corruptos pero que saben gobernar. Se presenta descarnadamente como el mal menor.

-Sí, todo eso formó parte de su campaña. Y frases como «Vale más malo conocido que bueno por conocer».

-¿La política que llevó Calderón contra los narcotraficantes cambiará?

-Sí, van a negociar e incorporar una parte del narco al priismo. En unos meses, habrá paramilitarismo en México. Hay algunos estados en los que esto ya ha empezado a cocinarse.

-¿Cómo se ve la crisis española desde México?

-El problema es que el conflicto mexicano es tan circular y tan obsesivo que no leemos información de otras cosas, hasta los deportes te saltas. Ahora bien, es tonto aquel que piense que la derecha es capaz de administrar una crisis sin que haya muchos lesionados. Entiendo que un banquero vote conservador, pero si lo hace alguien que trabaja, por ejemplo, en la sanidad está comprando soga.

-La «Semana negra» cumple un cuarto de siglo. ¿La convivencia con un gobierno de derechas en la ciudad es la esperada?

-La verdad es que lo esperado es que no hubiera «Semana negra». Hubo momentos en que creí que se hundía, y fue el resto de la dirección de la «Semana» el que dijo: «Vamos adelante». Fue un festival que nació aquí y aquí debería seguir. El límite es que no haya lugar ni presupuesto, y aun así hasta pensamos en hacer un festival en la calle, sin recursos. Los compañeros que dirigieron este año el festival lo han hecho bien, lo han salvado con dignidad, sin renunciar al concepto: una fiesta cultural en la que nadie toca los contenidos.

-¿Añora los tiempos del ex alcalde y ex presidente del Principado Vicente Álvarez Areces?

-Añoro poder hablar con un funcionario público al que no se necesita explicar algunas frases; un interlocutor que entiende lo que es el festival y que, por lo tanto, en la medida de sus posibilidades lo apoya. A lo largo de estos años hemos encontrado otros interlocutores válidos y sólidos.

-La alcaldesa Carmen Moriyón les ha pedido disculpas.

-Sí. Nosotros hacemos un festival para mayor gloria de la gente, no para la nuestra ni para la de los funcionarios. Hay poca retórica, con cortes de cinta muy informales. En ese sentido, cuando no hay comprensión, pues se choca, y ya nos hemos acostumbrado a chocar.

-¿No hay que hacer cambios en la «Semana negra» después de veinticinco años?

-Pues sí, muchos.

-¿Hay ideas?

-Para poder cambiar, necesitamos normalidad en las cuestiones prácticas, empezando por no tener que buscar un sitio cada año y por tener asegurados unos recursos. El festival se ha tenido que organizar este año en poco más de un mes. Necesitamos esa estabilidad y reflexionar sobre aciertos y errores. Sí lo pide: temas y formas. Por ejemplo: ¿estamos en los géneros literarios que deberíamos estar? Está ahí la reaparición del western, con McCormack y McCarthy. Fracasamos con ellos, porque son más raros que perros verdes, pero todo eso hay que revisarlo. Hay que estudiar más en serio los géneros de terror o de fantasía. En el policíaco, el terror y la novela histórica ya tenemos el callo necesario. Hay que revisar el festival de arriba abajo, ya lo pide.

-¿El concejal de Cultura, Carlos Rubiera, les ha metido un dedo en el ojo al organizar también en julio el Festival Atlántico?

-No tengo ni idea lo que puede ser un Festival Atlántico. Tengo la sensación de que hay ya demasiados festivales folclóricos del Arco Atlántico y que uno más será uno más. Me sorprende el desmesurado apoyo económico que se le ha dado: el doble que a otro que ha probado durante veinticinco años su éxito popular. Me parece poco sensato; que juzgue la gente.

-Avilés se lleva la sección de ciencia ficción de la «Semana negra».

-Al final no es así. La ciencia ficción es una de las partes fuertes de la «Semana» de este año. Está bien que se haga el Celsius en Avilés, con el que colabora gente nuestra. Al adelantarse las fechas de la «Semana», (George R. R.) Martin no podía venir a Gijón y por eso nació Celsius. Hemos aprendido que las relaciones buenas con otros festivales son las de solidaridad.

-Lo que parece claro es que la «Semana» quedará en Gijón.

-Ganamos la guerra.