Selene ALONSO

Juan Bueno y Ángel López-Urrutia, investigadores del Centro Oceanográfico de Gijón (que forma parte del Instituto Español de Oceanografía), han conseguido dar un paso más en el conocimiento del mundo marino. Ambos han firmado un descubrimiento que les ha llevado a publicar en la revista «The American Naturalist». Con su trabajo se demuestra que las leyes que rigen la reproducción en las especies de sangre caliente son extensivas a los animales acuáticos de sangre fría.

Con este proyecto ambos científicos han ampliado la universalidad de la Teoría de Smith y Fretwel, que explica la relación entre el número y el tamaño de los descendientes producidos por una hembra. Hasta ahora la teoría sólo estaba comprobada en animales endotermos (es decir, los que tienen sangre caliente), pero la investigación de Bueno y López-Urrutia amplía esa realidad a una gran diversidad de organismos, desde el zooplancton hasta las aves u otro tipo de mamíferos marinos.

A la hora de elegir una estrategia reproductiva las hembras tienen que decidirse entre producir muchos descendientes, que se desarrollarán más rápido al ser de menor tamaño, o invertir más recursos y tiempo en unos pocos descendientes. Juan Bueno pone un ejemplo muy sencillo: «los peces ponen millones de larvas pequeñitas que se forman muy rápido y que la madre abandona antes de desarrollarse por completo. Mientras que una vaca sólo suele tener un ternero de cada vez en el que invierte todos sus recursos y del que tiene que cuidar durante muchos años».

Ambos científicos saben que su aportación puede ser considerada por los neófitos como sólo un detalle dentro de un gran mundo. Pero este biólogo gijonés tiene claro cuál es el valor de su trabajo: «lo importante es comprender lo que sucede ahí fuera, para poder ayudar a preservar el medio marino y las especies que lo habitan; y también conocer por conocer; que muchas veces se nos olvida la importancia que tiene el conocimiento».

Volviendo al estudio, la relación existente entre el tamaño y tiempo de gestación/desarrollo ya era conocida con anterioridad, pero la novedad principal del proyecto gijonés es que han introducido la influencia del factor temperatura: «al aumentar la temperatura, la capacidad de las hembras de poner más huevos aumenta, disminuyendo su tamaño y haciendo que se desarrollen aún más rápido de lo normal para los peces, lo que podría tener gran influencia en el medio marino», aclara Bueno, para quien el tiempo en el océano es muy importante puesto dado que normalmente el periodo larvario coincide con el periodo de dispersión, «Por tanto, si sabes el tiempo de desarrollo de las larvas sabes cuánto tiempo permanecen viajando, de modo que se puede analizar si hay intercambios genéticos entre las especies o si están aisladas. Es decir, podrías saber si las larvas de una colonia de percebes de Asturias son capaces de llegar a una colonia gallega antes de fijarse a la roca», explica.

Una de las conclusiones de Bueno y López-Urrutia es que un aumento de la temperatura del agua puede modificar el balance entre el número y el tamaño de los huevos, reduciendo el tiempo de desarrollo de los organismos, por lo que algunas poblaciones podrían verse aisladas. «De todas formas esto está por comprobar, ya que otros factores podrían entrar en juego. Parece que es algo malo, pero en la oceanografía es muy difícil saber qué es bueno y qué malo», asevera Bueno.

La investigación, que ha durado dos años, ha consistido en una recopilación bibliográfica de algunos trabajos desarrollados hasta el momento sobre la reproducción de las especies y la aplicación a dicha bibliografía de métodos estadísticos para comprobar su exactitud. Algunos de estos trabajos previos son: la Teoría Metabólica de la Ecología, que explica que el tamaño del cuerpo y su fisiología determinan la mayor parte de los procesos que influyen en el desarrollo del metabolismo; o la ya mencionada teoría de Smith y Fretwell, que vincula el tamaño y el tiempo de desarrollo del organismo. Pero los biólogos del Centro Oceanográfico de Gijón han relacionado todo esto con las estrategias reproductivas maternas, que finalmente son las que determinan el resto de factores y permiten comprender con mayor exactitud estos procesos de reproducción.

«Ahora nos queda comprobar si la teoría se cumple en la práctica», comenta Bueno, quien se muestra bastante optimista al respecto, puesto que su estudio ha sido avalado y publicado por la prestigiosa revista «The American Naturalist»: «Es una publicación con mucho prestigio y que llega a toda la comunidad científica. En este mundillo es muy importante donde te publiquen, y ésta es de las mejores». Lo cierto es que el Oceanográfico de Gijón no se puede quejar. Hace un año otro trabajo fue publicado en «Science», la mejor revista sobre ciencia del mundo. Ahora, dan otra vez en la diana.