R. GARCÍA

Son apenas medio centenar de agentes con base en el puerto de El Musel y con puesto de trabajo en la Comandancia de la Guardia Civil de Contrueces, pero su trabajo se extiende más allá de tierra firme. Los funcionarios del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Gijón acaban de cumplir una década de servicio en la ciudad justo en el momento en el que estrenan nuevo jefe, Emilio González Medina. Un gijonés recién regresado a su patria que acoge su nuevo cargo con «responsabilidad» y «energía». La tarea no es fácil. No en vano de este equipo depende la seguridad en las zonas en las que ya no llegan los todoterrenos, las motos ni tan siquiera los teléfonos móviles.

Desde que en el año 2002 se pusiera en marcha en Gijón el Servicio Marítimo de la Guardia Civil las necesidades de los usuarios que se acercan a la mar para trabajar o para hacer deporte y los delitos que se cometen a pie de la costa han ido cambiando poco a poco y generando un panorama al que ahora se enfrentan estos funcionarios gracias a la ayuda de cinco vehículos todoterreno, tres embarcaciones auxiliares y dos grandes patrulleras, entre las que destaca la «Río Nalón», de 25 metros de eslora.

«A veces estamos haciendo inspecciones en barcos de recreo para comprobar documentación y los niños que están con los padres les dicen que ésta es la barca de los Reyes Magos», relata uno de los agentes recordando la costumbre de este grupo de traer cada 5 de enero a Sus Majestades hasta el Puerto Deportivo. Pero, por desgracia, «el resto de actuaciones no son tan agradables». El Servicio Marítimo se encarga de «velar por el cumplimiento de las leyes» auxiliando a quien lo necesite al otro lado de la costa. Este año los agentes han tenido que hacer frente a una de las operaciones más dolorosas de su trabajo: la búsqueda del cuerpo de Gonzalo, un niño ahogado frente al Puerto Deportivo en plenas fiestas navideñas. Un recuerdo que no se les va a borrar a estos funcionarios.

«Este grupo engancha. El Servicio Marítimo hace que las competencias de las fuerzas del Estado se extiendan hacia el mar. Somos la Policía en las aguas españolas y ésa es nuestra mayor contribución a la sociedad», mantiene el responsable del grupo. González Medina ingresó en la Guardia Civil hace 30 años trabajando en Cantabria, Navarra o el País Vasco. «Ahora llego a mi casa y a la especialidad que más me gusta», asegura sonriendo mientras se fija como reto intentar «mantener todo lo bueno que hay y mejorar en lo que podamos».

Los servicios diarios varía según las órdenes que tengan estos agentes. De la inspección rutinaria de embarcaciones de recreo se puede pasar, en sólo unas horas, a un complicado rescate. En la mente de todos ellos se encuentran, de hecho, muchos de estos auxilios humanitarios que los funcionarios han tenido que realizar a lo largo de su vida profesional. «Recuerdo una vez una chica que estaba encima de una tabla de windsurf, perdida a la deriva congelada y sin apenas moverse, la vimos por casualidad», relata uno de los agentes. Imágenes de vidas salvadas que se combinan con las de complicadas investigaciones.

El fuerte viento, la lluvia o la niebla pueden llegar a convertirse en los enemigos naturales de estos trabajadores. «En las noches de invierno, cuando hay mucha marejada también hay que salir a controlar la pesca furtiva o a vigilar que nadie salga sin permisos», relatan. Los agentes están divididos en varios turnos de trabajo para cubrir las 24 horas. Por eso periódicamente la patrullera «Río Nalón» se convierte en su casa.

Cinco camarotes con literas, dos servicios con duchas y una cocina con despensa hacen las veces de «hotel» para que las guardias y los desplazamientos a lo largo de su amplio marco competencial: toda la costa asturiana. Un territorio en el que «puede pasar cualquier cosa». En el año 2011, por ejemplo, los funcionarios fueron movilizados durante toda una madrugada para investigar la aparición de 300 kilos de cocaína que fueron localizados flotando en grandes bolsas en la bahía de la playa de San Lorenzo.

Los agentes aseguran que el mar es «una de las zonas en las que tenemos que tener más en cuenta la coordinación». Salvamento Marítimo, la Cruz Roja y sus propios compañeros del grupo subacuático trabajan en un mismo lugar en el que no se deben redoblar esfuerzos «y menos en tiempos de crisis como los que vivimos». El Servicio Marítimo de la Guardia Civil mira ahora al futuro, a la próxima década y a los nuevos retos que traerá este período celebrando, eso sí, los éxitos de sus primeros diez años de trabajo en la costa gijonesa.