Luján PALACIOS

La crisis y las medidas de ajuste han dado un vuelco a las compras de los visitantes a la Feria Internacional de Muestras, que hoy echa el cierre con la percepción generalizada de los comerciantes de menos público y caída de ingresos. Pero no para todos por igual. Los productos que requieren mayor desembolso, como es el caso de los automóviles o los muebles, han mantenido, cuando no incrementado, su volumen de ventas. Unas ventas impulsadas, en buena medida, por la subida del IVA que entrará en vigor el próximo mes de septiembre y que ha hecho que muchos se hayan decidido a comprar ya.

Otros, como los restaurantes y los puestos de venta directa, no dudan en afirmar que ha sido una de las ediciones más flojas que se recuerdan. Hasta el punto de que «la gente compra un refresco para repartir entre cuatro personas», señalan los camareros de varios establecimientos.

El sector de la venta de coches ha sido uno de los más beneficiados por esta circunstancia, sumada a las ofertas y las condiciones de financiación que cada año se lanzan en la feria. En el caso de la marca Nissan, las ventas «han subido en torno a un 60 por ciento con respecto al año pasado», afirmaba ayer su gerente, Juan Carlos Sánchez. Las ofertas especiales y el «trabajo duro de diez personas que están aquí a diario» han hecho que «las expectativas se hayan cubierto; estamos satisfechos», afirma Sánchez.

En el espacio de la marca Kia también se mostraban ayer contentos con los resultados. «Ha bajado algo la venta, pero aun así ha ido bien», reconocía uno de los vendedores, Oliver Binard, quien afirma que «con la crisis también hay mucho comprador compulsivo».

Javier González, de Triocar-BMW- Mini y MotoRad, coincidía en los buenos resultados de la presente feria. «La primera semana fue muy buena, luego se frenó, pero las ventas de seminuevos han estado muy animadas. Las motos también se han vendido muy bien», afirmaba ayer. Incluso en el segmento de las caravanas y autocaravanas se han registrado muchas ventas, como afirma Ángel Casielles, de Caravanas Principado. Quizá porque «es un producto en auge en los últimos años que se concibe como una buena inversión».

En el sector del mueble, parecidas conclusiones. Veteranos en la feria como Extensiones Sabino señalan el alto nivel de ventas en los últimos días. Otros, como Muebles La Factoría, que debutaban este año en la Feria, no se quejaban de los ingresos. «La verdad es que ha estado bastante bien, estamos satisfechos», indicaba Belén Corral, una de las vendedoras.

Fuera de estos sectores, las alegrías son pequeñas. Los más afectados por el poco gasto del público han sido los restaurantes y puestos de venta de comida. La jamonería y restaurante Pacho Antuña, con más de 25 años de presencia en la Feria, ha notado cómo la gente ha pasado de «hacer cola en el mostrador a comerse un bocadillo que traen de su casa en el Pueblo de Asturias», señala Cristian López, uno de los camareros del establecimiento. «Estamos aburridos de no hacer nada, cuando antes no parábamos», asevera.

En los tradicionales puestos de calamares fritos también se quejan del poco gasto del público, que achacan, entre otras cosas, al «alto precio de la entrada, que limita el presupuesto de los visitantes». Los trabajadores de Exclusivas Trabanco-Mesón Pedro lamentaban ayer la «poquísima gente que viene a comer; la gente va a lo más barato e incluso a la comida que regalan en algunos stands».

Juan Peláez, responsable de Cárnicos El Cuco, contemplaba ayer una estampa que ya viene siendo habitual en esta feria: la de la terraza del restaurante medio vacía. «Está resultando muy flojo, de los peores de los más de 40 que llevamos viniendo». Los camareros constatan cómo «se comparte un bocadillo entre tres personas, o incluso se cuentan las salchichas para ver que no falte ninguna en el menú».

Los vendedores de otros productos como cremas, bisutería, artesanía y cuero también lo tienen claro. «Malo no, malísimo», asegura uno de los responsables de la tienda de prendas de cuero Belén Arnedo, de Valencia. Ni las míticas sartenes se libran, como apuntaba ayer María Fernández: «La gente viene, mira y se va con las mismas. Flojo, flojo».