El próximo domingo se cumple el centenario de uno de los hechos luctuosos más recordados en la historia del puerto de El Musel, como fue el fallecimiento del ingeniero-director del Sindicato Asturiano del Puerto de El Musel, Casto Alejandro Olano de la Torre, y de cuatro operarios -Evaristo Álvarez Cadrecha, José Álvarez Suárez, Tomás Bango y Eugenio García Suárez- cuando formando parte de una brigada de una veintena de hombres trataban de salvar del oleaje, en medio de un fortísimo temporal, la grúa «Titán» colocada en el extremo del dique Norte.

La catástrofe, ocurrida en la tarde-noche, fue recogida desde los primeros momentos con todo detalle por los rotativos gijoneses. El cadáver del ingeniero de 43 años (su reloj estaba parado a las nueve y cinco) fue remolcado a tierra por el obrero Enrique Suárez Menéndez (de 23 años, natural de Candás), y sus compañeros Saturnino Rodríguez y Manuel Murias, que tuvieron el acto heroico de embarcar en un bote, con un solo remo, para salvar a los náufragos, estando a punto de irse la lancha a pique en más de una ocasión.

Las manifestaciones de duelo a los familiares fueron numerosas desde todos los ámbitos y los barcos surtos en el puerto izaban la bandera a media asta al igual que en otros edificios y entidades de la ciudad. También se suspendieron las clases en varios centros docentes, como el Instituto de Jovellanos, Escuela de Comercio y Escuela Superior de Industrias.

Este acontecimiento marcó un antes y un después en la construcción de El Musel, puesto que Alejandro Olano sería reconocido desde entonces como uno de los más brillantes profesionales en el desarrollo de cuantos proyectos portuarios se han llevado a cabo en Gijón, además de poner las bases para el actual puerto muselino.

Nació el 26 de febrero de 1869 en Manila, perteneciente a una familia de ingenieros y finalizó sus estudios en la Escuela Especial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid el 30 de septiembre de 1890. Tuvo un primer destino en Filipinas, adonde llegó el 16 de enero de 1891 tras embarcar el 12 de diciembre anterior en Barcelona en el vapor «Isla de Panay», estando destinado allí al servicio de faros y construcción de ferrocarriles.

En 1897 solicitó licencia de nueves meses para regresar a la Península. Ya en Asturias, desde la Jefatura de Obras Públicas de Oviedo, con fecha 10 de noviembre de 1899, diseña una garita de madera como luz de pequeño alcance en sustitución del derribado faro de Santa Catalina en Gijón, colocándose una similar en el monte Fuxa (monte San Sebastián) de Candás, convirtiéndose ésta en el primer faro local propiamente dicho y estando operativo desde el 25 de marzo de 1900 hasta el 1 de diciembre de 1904. En esa misma fecha 10 de noviembre de 1899 firma también un plano descriptivo de la costa gijonesa con el título «Croquis de la costa entre los cabos de Torres y San Lorenzo».

Entre tanto, el retraso en la ejecución de las obras del proyecto de Lafarga en El Musel, unido a la descoordinación en los trabajos de los dos contratistas, determinaría a los propios industriales mineros a erigirse en promotores y ejecutores de la nueva infraestructura portuaria, constituyendo en agosto de 1900, como filial del Crédito Industrial Gijonés, el Sindicato Asturiano del Puerto del Musel. La nueva sociedad asumiría todas las obras adjudicadas a los dos contratistas el mismo año de su fundación y nombraría a Alejandro Olano para la dirección técnica de las mismas: construir el dique Norte y el muelle de Ribera que fuera diseñado por Eugenio Ribera en 1898, a partir del proyecto de Francisco Lafarga de 1891.

El proyecto modificado que presentó Olano en octubre de 1900 introducía novedades importantes, al cambiar el sistema de construcción del dique Norte. Tras su llegada, las obras del nuevo puerto avanzarían rápidamente, iniciando El Musel la explotación comercial en 1907.

Antes, en 1903, había presentado un anteproyecto de ampliación del puerto de El Musel en previsión de que quedase pequeño, escribiendo entre 1903 y 1909 diversos artículos en la Revista de Obras Públicas. En 1908 publica «Memoria descriptiva de las obras del puerto del Musel» (Gijón), una obra imprescindible como libro de consulta que fue reeditada por el Ministerio de Fomento junto a su biografía con textos de Dolores Romero Muñoz y Amaya Sáenz Sanz en el año 2000.

Fue en su tiempo cuando tanto en la estructura como en el trazado de los muelles se llevó a cabo un cambio profundo, siendo la base de El Musel actual. Se encargó de la dirección del ferrocarril de Veriña a El Musel; a él se debe la central de energía eléctrica, siendo autorizada su construcción por R.O. el 9 de enero de 1908 (reconvertida en la actualidad en Centro de Recepción de Visitantes) y los dos cargaderos altos: el denominado «los calderos», que entró en funcionamiento en 1908, y el del «embudo», que lo haría en 1910 (del que se conserva un pequeño tramo).

Tras su muerte, su figura ha sido recordada en memorias portuarias, libros y monumentos. Como antecedentes, el presidente de la Junta Obras del Puerto, Alfredo Santos, dedicaba sentidas frases a los fallecidos en la sesión ordinaria del 11 de noviembre de 1912. El primer monumento sería erigido años después en la tercera alineación. Los miembros de la Sociedad La Peña, a la que pertenecía el ingeniero, fueron los encargados de iniciar la suscripción nada más producirse la desdicha, que la agrupación encabezaba con 500 pesetas. A ella se unieron de inmediato el diario gijonés «El Noroeste», la Corporación municipal y Cruz Roja, entre otros.

El 15 noviembre ya se llevaban recaudadas 11.126,75 pesetas. El autor del monumento fue el escultor Sebastián Miranda y su emplazamiento se puede apreciar en varias postales de la época, si bien sería derribado para facilitar la construcción del edificio conocido como «La Sirena» en 1928. Aquel monumento fue sustituido por una placa colocada en el dique Norte. Se trata de una lápida conmemorativa ejecutada en granitos pulimentados y bronce, dibujo original del arquitecto municipal Miguel García de la Cruz, de Gijón. El presupuesto presentado por el ingeniero director Eduardo de Castro era de 7.020 pesetas a invertir con cargo a los fondo propios de la Junta de Obras del Puerto (JOP), siendo aprobado por la Comisión Permanente el 15 de mayo de 1928. Su coste final (enero de 1929) sería de 5.170 pesetas.

Por otra parte, un busto de Alejandro Olano también se conserva (almacenado) en el recinto ferial de Gijón, obra de Francisco González Macías. Forma parte de una colección de 32 esculturas en bronce que descansan sobre una base de granito correspondiente a hombres célebres de Asturias y colocadas en 1970 en el antiguo pabellón central de la Feria Internacional de Muestras de Asturias.

De otro lado, la Autoridad Portuaria de Gijón tomaría el acuerdo de denominar el antiguo dique Norte con el nombre de Alejandro Olano el 24 de mayo de 1999, integrando así la lista de personajes que relacionados con el puerto forman parte del callejero de la ciudad, tal y como se puso de manifiesto en la publicación «Calles del Gijón portuario».

Y en el año 2003 convocaba el premio «Alejandro Olano» para trabajos de investigación básica o aplicada y de desarrollo tecnológico, llevados a cabo por jóvenes profesionales (de la Unión Europea y Latinoamérica) en el campo de la actividad portuaria.