C. JIMÉNEZ

Un nuevo punto de encuentro en la Plazuela. Los propietarios del Café la Plazuela convertirán el quiosco de este céntrico emplazamiento gijonés en una terraza hostelera gracias al proyecto elaborado por el estudio de arquitectura Dolmen y tras haber sido elegidos en el concurso promovido por el Ayuntamiento de Gijón para la rehabilitación y la explotación de los usos hosteleros de la antigua pérgola, construida en 1946 y catalogada como inmueble de interés. Ahora, el que fuera punto de referencia para los lectores de prensa y revistas, pero también para los más golosos, verá renovada su imagen y cobrará «nueva vida», según los propietarios, con un equipamiento que arrancará su actividad la próxima campaña de Navidad.

Cumpliendo con las bases que se fijaban en el concurso, la propuesta de rehabilitación se encamina a devolver, en la medida de lo posible, la imagen primigenia de la construcción de mediados del siglo XX, eliminando todos los elementos accesorios que se incorporaron con el paso del tiempo como el peldaño perimetral del quiosco. Todo ello, con el ánimo de mantener la imagen racionalista de la edificación y de todo el entorno de la plaza. La propietaria, María José Flores Luengo, explica que la intención es que se pueda mantener abierto todo el año. El quiosco recuperará el revestimiento exterior que tuvo en su origen con ladrillo de cara vista. En el exterior se habilitará un espacio exterior de terraza que potencia la circulación peatonal por el interior de la plaza con un cerramiento de mamparas acristaladas.

La incorporación de un sistema independiente de calefacción e iluminación pretende hacer de este espacio una «zona acogedora donde la gente se encuentre cómoda», según Flores Luengo. La intervención, con todos los elementos de la terraza y el diseño de interiores -a cargo de Jorge Currás-, costará casi 50.000 euros. Una apuesta que en plena crisis se presenta como una forma de incentivar el consumo y atraer nueva clientela. «Tenemos mucho que dar y que ofrecer», remarcan los propietarios.

La propuesta que firma el arquitecto Mario Carrera para la adecuación de este entorno incluye también la recuperación del ojo de buey original presente en el cuerpo de acceso al quiosco. Lo mismo se hará con la carpintería de cristal, que permitirá que el quiosco quedé completamente abierto a la plaza. El interior tendrá como único uso el servicio de barra y camareros.

Próximamente se habilitará un paso peatonal frente al actual café con acceso directo a la plaza para facilitar el tránsito de los viandantes hacia la terraza. El mobiliario de ésta, en color antracita, acompañará una reforma que se propone mantener el carácter racionalista original de la construcción.

El quiosco de la Plazuela de San Miguel, al que hasta ahora no se le daba ningún uso, fue construido en el año 1946 y modificado posteriormente en 1953. «Queremos que la terraza tenga también vida cultural, que no sea exclusivamente para tomar algo», resume María José Flores.