C. JIMÉNEZ

Con el ánimo de rebajar el mito que rodea la construcción de la gran cúpula de la iglesia de la Laboral, el guía de Recrea (la sociedad que gestiona las instalaciones de la Ciudad de la Cultura) y licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo Miguel Ángel Álvarez comenzó hace pocos meses un trabajo de investigación sobre uno de los más desconocidos autores de este gran proyecto arquitectónico, Luis García Amorena, que controló, observó y tuteló directamente el desarrollo del gran sueño de Luis Moya en Gijón. Fue a partir de su trabajo como guía como Miguel Ángel contactó con la familia del arquitecto madrileño que realizó el estudio de los cálculos estructurales de la gran cúpula. Un día, durante uno de los recorridos guiados, una de las mujeres que participaban en la visita se manifestó «entusiasmada» del trabajo realizado en la iglesia.

-Es de Luis Moya -le detalló el guía.

-No, es de mi padre -indicó la mujer.

A partir de ahí comenzó una estrecha relación con la familia García Amorena, a quienes agradece su inestimable apoyo para poner en valor a los protagonistas reales de esta construcción. «Fue necesario revisar los guiones de las visitas, porque había un fallo», apunta el joven que acompaña los recorridos por la Ciudad de la Cultura. Su afición por el mundo artístico lo llevó a realizar nuevas indagaciones sobre García Amorena. «La familia tenía esa espinita clavada porque cuando se construyó todo esto era un momento de mucho olvido a nivel del arte y nunca tuvo reconocimiento», subraya Álvarez. En su trabajo profesional como arquitecto, Amorena orientó su especialidad en el cálculo de estructuras realizado manualmente a través de fórmulas matemáticas. «El encuentro fue totalmente casual, pero la familia colaboró desde el principio», relata este joven licenciado en Historia del Arte y guía de Recrea desde la reapertura, a principios de 2007, de la Ciudad de la Cultura. El objetivo de Álvarez era poner en valor a los verdaderos artífices de la cúpula de la capilla de la Laboral.

Una leyenda de hondo calado en la historia de este complejo histórico-artístico dice que la arriesgada solución constructiva realizada aquí llevó al ilustre Luis Moya y a su familia a ponerse bajo los cerca de medio millón de ladrillos, ya sin andamios, y de 2.300 toneladas de peso estimado, para probar la solidez de la estructura. «No fue tal», aclara ahora este joven investigador. El encargado de asegurar la consistencia de la monumental cubierta elíptica fue García Amorena, que estudió Arquitectura y Ciencias Físicas y orientó su especialidad en el cálculo estructural como si se tratara de un ingeniero. «Pero de cabeza», relata su hija, Matilde García Amorena. En su ámbito profesional, recuerdan sus allegados, desarrolló su labor técnica basándose «en los valores de la tolerancia, el respeto mutuo, el amor por lo bien hecho y la amistad».

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«Fue un hombre extraordinariamente sabio; era un lector empedernido y sabía transmitir la misma capacidad de gozar de la vida hogareña y de sacar partido de las pequeñas ilusiones de la vida», relatan quienes conocieron a Luis García Amorena, fallecido en 1976. Sus minuciosos cálculos de estructuras, su honestidad, seriedad, puntualidad y rectitud marcaron su trayectoria. «Algunas de las grandes obras de ingeniería de muchas ciudades españolas están sustentadas en cúpulas calculadas por mi padre», cuenta su hija Matilde García Amorena.

La iglesia de la Laboral presenta una planta elíptica de más de 800 metros cuadrados y una capacidad que supera las mil personas. Sobresale entre todo el conjunto su cúpula interior, de carácter bizantino, en cuyos cálculos participó el ingeniero, físico y matemático madrileño Luis García Amorena. Está formada por un sistema de nervios cruzados al modo hispano-árabe. Uno de sus grandes méritos son sus 2.300 toneladas de peso y los cerca de medio millón de ladrillos que la configuran como una de las construcciones de este tipo de mayores dimensiones de Europa. «Aunque la mayoría de sus trabajos se encuentra en Madrid, formó un equipo muy bueno en la Laboral», explica Miguel Ángel Álvarez sobre este destacado colaborador de Luis Moya, de quien resalta cómo realizó todo el estudio de los forjados «de cabeza, siguiendo el método de los ingenieros». Fue, según este historiador, «un hombre que cultivó varias disciplinas».

Cuando en la construcción del actual edificio del Ministerio de Sanidad, en el madrileño paseo del Prado, brotó un auténtico río subterráneo durante las labores de movimiento de tierras, García Amorena fue el único arquitecto capaz de solventar el problema. «Allí estaba, raudo, con su traje desaliñado y su regla de cálculo», cuentan quienes lo conocieron. Suyo fue el diseño, cálculo y proyecto de la cúpula que sustenta ese emblemático edificio de Madrid.