P. T.

César Parra tiene una hija de 17 años. Cuando sale por la noche, siempre espera despierto a su vuelta ante el panorama de prostitución que ambienta la calle Francisco de Paula Jovellanos. «Tenemos que estar pendientes de ella, para que no tenga ningún problema o para saber si puede o no entrar al portal. A los hijos de los vecinos, por su parte, les molestan cuando llegan de noche, porque los travestis entran a todo lo que se mueve», explica Parra.

Los travestis que se prostituyen en la zona no cuentan con pisos donde realizar sus servicios sexuales, que terminan teniendo como escenario cualquier espacio mínimamente cubierto de la calle. «Lo hacen en la calle, trabajan en los rellanos de los portales. La mayoría de las veces encontramos los restos, no los pillamos en plena faena, aunque los vi varias veces en el soportal del garaje. Cuando quería pasar con el coche, paraban y se iban», cuenta Fermín González. Además, tampoco es agradable para los vecinos verles captar clientes. «Pasas con el coche y, si vas despacio, se acercan o te hacen señas. Van ligeros de ropa por lo que ves la "mercancía" directamente», añade González.

Los vecinos afectados cuentan con el apoyo de la Asociación de Vecinos «Fumeru» de El Llano, que, además, ha recibido quejas provenientes de otra zona del barrio, el parque de La Serena. En este caso, han elevado la voz representantes de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos del Colegio Ramón Menéndez Pidal. «Se pusieron en contacto con nosotros porque, al parecer, hay chicas jóvenes inmigrantes que se arriman a la gente mayor en el parque y cuando sales de la escuela los niños ven escenas poco educativas», cuenta Carmen Duarte, presidenta del colectivo vecinal. «Esperemos no tener que volver a manifestarnos por la prostitución como hace años», añade.