J. M. CEINOS

El miércoles 29 de julio de 1992, ya hizo veinte años, en un solar de Porceyo, los entonces alcalde de Gijón, Vicente Álvarez Areces, y consejero de Industria del Gobierno de Asturias, Víctor Zapico, brindaban con una copa de cava con Osamu Suzuki, presidente de la multinacional japonesa de su mismo apellido, la Suzuki Motor Corporation, «por el éxito de Suzuki, que es el éxito de Gijón y de la reindustrialización de Asturias».

Ponían así el broche final al acto de inauguración de las obras de la nueva fábrica de Suzuki Motor España, que continuaba la tradición industrial, en Gijón, en la fabricación de ciclomotores y motocicletas. Osamu Suzuki habló entonces del apoyo recibido del Ayuntamiento de Gijón y del Principado como factor determinante a la hora de decidir la construcción de la nueva fábrica en Porceyo, un apoyo que a lo largo de los últimos veinte años se hizo patente en varias ocasiones, siempre que la multinacional japonesa amenazó con marcharse de Gijón.

La historia del llamado sector de las dos ruedas se inició en Gijón al año siguiente de terminar la Guerra Civil, cuando en 1940 el ingeniero industrial vasco Alfredo Avello compró la fábrica de herramientas Grobhy, cuyas instalaciones estaban ubicadas en la avenida de la Costa, entre las calles de Santa Doradía y de Celestino Junquera.

En el libro «Gijón, la ciudad de vapor. Historia de la industria y el comercio», que en el año 2000 publicaron Paz García Quirós y José María Flores Suárez, se cuenta que «la firma Avello, S. A. dio sus primeros pasos en junio de 1940, dedicada a la construcción de máquinas herramientas».

En 1950 Alfredo Avello se asoció con varios conocidos industriales de Gijón y con el conde Domenico Agusta, representante de la sociedad italiana Meccanica Verghera, lo que propició que al año siguiente en la factoría de Avello, que empleaba a unos 700 trabajadores, se empezase a fabricar la motocicleta MV Agusta, abandonando paulatinamente la fabricación de herramientas.

Así fue hasta finales de la década de los años sesenta del siglo pasado. En 1969, con una bajada en las ventas muy importante, los accionistas de Avello no reaccionaron, por lo que entró en escena una multinacional austriaca, la Ster-Daimler Puch, que compró el 50 por ciento de las acciones de la sociedad, y poco después su totalidad, pasando el sector de las dos ruedas gijonés a manos extranjeras.

No obstante, la marca Puch, que vendió miles de unidades de sus motocicletas fabricadas en Gijón, especialmente de trial, «se desembarazó de la producción de motocicletas», relatan Paz García Quirós y José María Flores Suárez, en el año 1983, vendiendo sus patentes a la italiana Piaggo. Entonces, «el fin de la empresa gijonesa se contemplaba como inevitable». Tenía ya entonces su planta en el barrio de El Natahoyo, en las proximidades del Dique Duro Felguera (luego Naval Gijón).

Pero entró en escena la multinacional Suzuki, quien «en septiembre de 1987» se hizo con la dirección de la fábrica, convirtiéndose en el único accionista de la empresa, que pasó a denominarse Suzuki Motor España, S. A.

El 16 de junio de 1999 un decreto de la Alcaldía de Gijón concedía a Suzuki Motor España la licencia de obras para la «construcción de edificio de fábrica y oficinas para producción de motos en Porceyo». También se aprobaba «una liquidación por el concepto de impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras que asciende a 20.051.976 pesetas». La inversión de Suzuki Motor España en su nueva fábrica se cifró, entonces, en 2.300 millones de pesetas, con la creación de 71 puestos de trabajo y la ampliación de la producción a 77.000 vehículos anuales.

Pero las relaciones laborales en la factoría de Porceyo nunca fueron fáciles. Ya en mayo de 1993 Suzuki presentó un expediente de regulación de empleo para los más de 300 trabajadores que tenía entonces en su planta de Porceyo a causa de la caída en las ventas, una constante en los dos últimos decenios. A la par, la multinacional pedía subvenciones al Principado para continuar con su actividad industrial en Gijón.

En 1995, Suzuki se enfrentó con su plantilla por la implantación del denominado «sistema de trabajo en equipo». Ese mismo año, el 3 de mayo, el entonces consejero delegado de Suzuki Tomohiro Yamanaka, en un acto que se celebró en el Ayuntamiento de Gijón, decía que la multinacional japonesa «permanecerá para siempre en Gijón». El ejecutivo japonés recordó entonces las inversiones que había realizado Suzuki en Porceyo, por lo que «queremos trabajar aquí para siempre».