Luján PALACIOS

Un término japonés que alude a la estética basada en lo rústico y la belleza de la imperfección le ha servido al gijonés Pablo Álvarez para hacerse un hueco destacado en el mundo de la moda ecológica. Wabi Sabi es el nombre que ha elegido para su tienda de ropa, calzado y complementos ecológicos y sostenibles. Lleva funcionando apenas 18 meses y acaba de ser elegida finalista para el premio «Source Awards 2012» que concede el «Ethical Fashion Forum» de Londres, un galardón de prestigio que «supone un empujón muy importante para nosotros», reconoce Álvarez.

Su negocio, del que también es socia Michele Cohen, concursa en la categoría de boutique independiente / marca sostenible. Han llegado a la final junto con otras siete empresas de todo el mundo, y son los únicos españoles que aspiran al premio en su segmento. Entre sus méritos, como enumera Pablo Álvarez, se han contado el hecho de crear una plataforma de venta al por menor de moda sostenible, acercar este tipo de productos al consumidor medio, la presentación del producto, los criterios por los que eligen su material y el uso de técnicas innovadoras en marketing.

Un popurrí de elementos con los que el gijonés está empezando a triunfar desde su tienda en la calle Merced, 37. Una boutique a la que también aplican el concepto japonés de «estética rústica con materiales cien por cien naturales; hasta la pintura de las paredes la hemos elegido de manera que no lleven elementos tóxicos», explica Álvarez.

En sus perchas lucen prendas escogidas, elaboradas con materiales orgánicos, de impecable corte y alejados de lo que podría resultar un concepto equivocado de «producto hippie», resalta el propietario del negocio. Porque, lejos de la estética bohemia, sus prendas son «completamente normales, para todo tipo de clientes». Zapatos, bolsos elaborados con material reciclado, bisutería, carteras y algunos productos para bebés completan un catálogo mimado al máximo, con proveedores en su mayor parte franceses y para un público «medio-medio alto» que, como sostiene Pablo Álvarez, «sabe qué tipo de producto quiere y lo busca expresamente».

Todo un cambio en su trayectoria, toda vez que su experiencia en el mundo de la moda venía dada por un negocio a gran escala, con «ventas en tiendas multimarca y en 200 puntos de venta propios», con la conocida marca Romanelli. Se dieron cuenta de que la calidad del producto que llegaba de China y la India cada vez era menor, con la obligación de hacer pedidos muy grandes y con unos costes de producción cada vez más elevados que al final no compensaban el esfuerzo ni cubrían expectativas.

Con su nuevo negocio, vienen a servir a un segmento específico que «cada vez está más extendido entre el gran público», y con la voluntad de seguir creciendo. A la vista de los buenos resultados del Wabi Sabi gijonés, Pablo y Michele se plantean seguir creciendo con la apertura de nuevas tiendas en el futuro. Eso sí, sin abandonar el espíritu del proyecto matriz, el del detalle, la calidad y el cuidado del medio ambiente por encima de otros criterios comerciales.