A. RUBIERA

Les han colapsado el teléfono con llamadas para darles las más efusivas gracias; sus redes sociales han echado humo; les han llegado a ofrecer dinero como compensación por su desinteresado gesto; les han pedido, por supuesto, la cesión del piso; y, sobre todo y lo mejor, les han propuesto que gestionen la selección de beneficiarios para, al menos, otro inmueble en Oviedo, que también será cedido gratuitamente a alguna familia necesitada durante el plazo de un año.

«Lo bueno es que haya más gente que se sume a la iniciativa; pensamos que igual podía ocurrir y ahora que ha pasado estamos más satisfechos», decía ayer el gijonés residente en el País Vasco que lidera -apoyado por un equipo que lleva la intendencia de atender las peticiones y ultimar el contrato- la inusual iniciativa de ofrecer su piso de verano y vacaciones en Gijón, ubicado en la plazuela de San Miguel, para que pueda disponer de él alguna familia que se haya visto arrastrada por el desplome económico nacional o los desahucios hipotecarios.

A su «gesto honesto de ayuda», que ofreció de forma anónima a través de un anuncio en LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, publicado el pasado fin de semana, se ha sumado el de un médico ovetense también dispuesto a ceder sin coste alguno un piso de su propiedad. Un inmueble ubicado, según explicó él mismo, «en la zona del campo de fútbol», en el barrio de La Ería de la capital asturiana. «Es un piso que tenía alquilado; se da la circunstancia de que quedó libre recientemente y como, por suerte, no necesito ese alquiler para vivir, creo que puede hacerle bien a alguna persona que esté atravesando una mala situación», explica este nuevo benefactor.

Nunca se había planteado un destino así, pero reconoce que «lo que ha hecho este gijonés me ha resultado muy interesante, por no decir que me parece estupendo. Creo que son muchos los que están pasando una situación complicada, pero también somos muchos los que con gestos sencillos podemos sumar de muchas maneras. Y ésta es una de ellas», razonaba ayer en conversación telefónica.

Como en el caso del alto ejecutivo gijonés afincado en el País Vasco, también este médico prefiere el absoluto anonimato. De hecho, el modelo de contrato de cesión en precario que deberá formalizar quien sea seleccionado para quedarse con los pisos durante un año incluye una cláusula de compromiso para mantener la discreción sobre cómo y por qué ocupan dichas casas. «Sólo puedo decir que, como ya dijo este gijonés, ni soy millonario ni nada que se le parezca. Pero tengo la suerte de tener un trabajo, algunas propiedades y no necesitar el alquiler de ese piso para vivir. Al menos, ahora. Y si de esa forma se puede colaborar, por qué no hacerlo», razona. Le gustó, especialmente, «la filosofía sencilla que hay detrás de esta iniciativa. Una filosofía de colaboración y de hacer lo que se puede ahora, que es cuando a muchos les hace falta», expone.

El contacto entre los dos propietarios ya se ha producido porque si a algo le ponía reparos este médico ovetense era a tener que gestionar la cantidad de peticiones que podía llegar a recibir. Con un trabajo absorbente y sin contar con la colaboración de algún abogado que le pudiera armar un contrato o que le pudiera seleccionar a la familia que fuera la mejor candidata a la ayuda, la cesión del piso le parecía un asunto complicado. «Ya hemos hablado y la fórmula que ellos plantean me parece muy correcta. Aunque aún no conozco todos los detalles», explica el ovetense.

Pero no sólo este asturiano puede sumarse a la iniciativa, los impulsores del primer gesto de ayuda reconocen que podrían llegar a ser «cuatro o cinco casas más» las que entrasen en el proyecto de cesiones gratuitas, aunque en diversas comunidades. «Algún amigo más del entorno parece convencido», relatan desde el País Vasco, aunque no lanzan las campanas al vuelo porque aún tienen que demostrar que se puede canalizar bien este primer proyecto. «Estamos totalmente desbordados. El volumen de mensajes de agradecimiento, incluso con alguna llamada para decirnos que aunque no tienen un piso para ofrecer nos darían dinero por si lo necesitásemos para toda esta gestión, ha sido enorme. Lo agradecemos, pero en ningún caso necesitamos dinero, ni lo aceptaremos, ni se ha hecho con ese fin. Sólo fue una idea de ayuda que quizá se nos ha ido un poco de las manos», reconocía una de las colaboradoras de José, el anónimo ejecutivo gijonés. ¿Y cuántas peticiones de cesión gratuita han recibido? «Aún no nos ha dado tiempo a procesarlo bien, para eso necesitamos más días. Porque pueden estar duplicados, ya que algunas nos han llegado por e-mail, otras al buzón de voz..., pero calculamos que ya hay unas 200 peticiones». Mucha demanda para un solo piso.