Catedrático de Lengua y Literatura del IES El Piles y presidente del PAS

J. M. CEINOS

Xuan Xosé Sánchez Vicente (Gijón, 1949), es catedrático de Lengua y Literatura en el Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) El Piles. Fundador del Partíu Asturianista (PAS), del que es presidente, considera que lo fundamental para tratar de buscar un futuro a Gijón es que los políticos y los sindicalistas no se empeñen en ser quienes tracen lo que hay que hacer.

-¿Si Gijón enferma Asturias acaba en el hospital?

-No creo que Gijón tenga una dinámica particular o especial, va en el paquete de España y de Europa, evidentemente, y también en el de Asturias. No hay que pensar en términos localistas; hay un paquete colectivo, que es el de Asturias y que nos está fallando más que el de Gijón en particular.

-¿Cuál es su diagnóstico, entonces, sobre el Gijón y la Asturias enfermos?

-Tuvimos una pésima actuación histórica y aunque es cierto que ahora no hay demanda, estoy pensando, por ejemplo, en el polígono industrial de La Peñona, que tardó dieciséis años en hacerse; pero es que la mayoría de los polígonos industriales tiene unos accesos tan malos que los camiones tienen que maniobrar cinco o seis veces para entrar.

-¿Qué se hizo mal, para no repetirlo en el futuro?

-Nunca se creyó ni en la economía ni en el empleo. Estuvimos muy condicionados, en el pensamiento, por la empresa pública, y por los modos de poder resultantes, que fueron fundamentalmente el PSOE e Izquierda Unida, la UGT y Comisiones Obreras. Todo ese discurso centró la actuación política en el mantenimiento del empleo en la empresa pública o cosas parecidas. Por ejemplo, el asunto de los fondos mineros y el empeño de meter las empresas en las Cuencas, adonde nadie quiere ir, cuando se podrían haber puesto en Llanera. Por otra parte, hubo un momento en toda Asturias, y también en Gijón, de escasez de suelo industrial o el que había era muy caro. Por poner un ejemplo: en el Ayuntamiento de Gijón, en tiempos de José María Pérez y de Pedro Sanjurjo, se manifestó que el precio del terreno no influía en la decisión de las empresas, o sea, es estar fuera del mundo real.

-Habla usted de que la empresa pública condicionó la economía y la política asturianas a través de dos partidos y dos sindicatos, pero ¿la parte empresarial también se acostumbró a ser, digamos, una patronal subvencionada?

-También condicionó, sobre todo, cuando eso fue inviable, una mentalidad general que no nos permitió concentrarnos en nuestras posibilidades, que son más bien micro que macro. Hay una parte muy importante de los empresarios que trabaja al margen de cualquier subvención pública. Esos son los que podían encontrar más facilidades y no encuentran más que problemas. Pero es verdad que hubo empresas que vivieron en torno a la empresa pública y también alrededor de los grandes proyectos de construcción impulsados desde la Administración, fundamentalmente obra pública. Es decir, el circuito de los políticos, de la política y del sindicalismo se alimenta con ese tipo de patronal y con ese tipo de intereses. Y en estos momentos casi seguro que en gran medida la Administración municipal y también la autonómica contribuyen más a destruir empleo que a crearlo.

-¿Por qué?

-No tiene ningún sentido que contribuyan a orientar la actividad económica y el empleo. La prueba es que todo aquello en lo que se meten, en general, acaba fracasando.

-¿Un Ayuntamiento tiene realmente capacidad para influir en la creación de empleo?

-Un ayuntamiento, como el de Gijón, lo que tiene que procurar, para ayudar a la industria, es que haya terreno industrial y barato con fórmulas más flexibles; por ejemplo, acudir a tipos de arrendamientos de terrenos por un período de tiempo, lo que ayudaría a muchas empresas a tomar decisiones de crecimiento, ya que una cosa es meterse en una inversión de varios millones de euros y otra tener una cosina coyuntural y barata de la que puedas desprenderte cuando puedas. Se necesitan fórmulas más flexibles y ni las hay ni se les ocurre; cuando hacen un polígono, lo que quieren es vender el terreno y se acabó el asunto.

-¿Fue un error desestimar el sector industrial y enfocar la actividad económica hacia el sector servicios?

-Lo del sector servicios es una fantasía. Los ayuntamientos ayudan a destruir más empleo que a crearlo. Los políticos, repito, no deben tener ninguna fantasía de decidir cómo debe ser la economía, es un disparate. Para que un sector servicios sea potente y creador de actividad, lo que necesita en su entorno es una población muy grande, de varios millones, o quedará reducido a tener chigres y hoteles.

-¿Por qué ayudan a destruir empleo los ayuntamientos?

-Cuando hay un organismo que decide en qué lugar se deben instalar, es un decir, las fábricas de chorizos, cuando no saben de lo que están hablando. Lo que tienen que hacer es ayudar al que venga y no dar la lata. Pero, mire, en el nivel micro, sobre todo, que es al que pueden contribuir los ayuntamientos y, en gran medida, el propio Gobierno de Asturias, lo que deberían hacer es no dar tanto la lata, lo primero, y lo segundo no cargar en exceso; ¿por qué?, en el nivel micro, que son las tiendinas, los pequeños negocios, etcétera, están todos en crisis; y cuando no la hay, muy al borde de su límite... Pero qué ocurre, pues que para abrir un negocio se tarda un año, con un dinero invertido sin producir. Luego piden un montón de exigencias para los locales, y aunque algunas son razonables, otras son para dar la lata. Y tercero: si el nivel impositivo es muy alto, como suele ser, se está abocando al pequeño empresario, al autónomo, a cerrar. Y la carga impositiva es para proyectos que no van a ningún sitio o que no corresponde a un Ayuntamiento poner en marcha.

-¿Se aprovecharon bien los fondos europeos?

-De lo que vino no se aprovechó prácticamente nada. Es más, volviendo a los fondos mineros, ¿qué sentido tuvo poner en marcha el campus de Mieres sin dotación siquiera para el agua y la luz? Fue tirar el dinero, como se tiró casi todo el dinero que vino en obras que, al final, están ahí muertas y sin ningún sentido.

-¿Ayudará a la reindustrialización que Gijón tenga el superpuerto de El Musel?

-Lo que tenemos es una supersuperficie, lo de El Musel fue otro disparate. Un puerto funciona si alrededor de él tienes una industria potente, una población grande y contactos buenos. El puerto fue un desastre debido, fundamentalmente, a que se ocupó desde la política y el sindicalismo para estar ahí, cobrar y colocar a amigos, pero se movieron muy mal para que fuera una actividad que consiguiera traer mercancías. Sólo hay que ver las industrias radicadas en Asturias que exportan por otros puertos norteños que son más baratos que El Musel.

-¿Qué papel debe tener la Universidad?

-Es evidente que podría tener más utilidad que la de realizar tesis doctorales. No existe la dinámica de investigación en relación con la producción para fabricar y vender cosas. Se debería mover más en ese sentido.

-¿Por dónde debe «tirar» Gijón?

-Pues por no ahogar al que quiera empezar, y hablo de niveles muy micro; al que quiere abrir una tiendina o un negocio hay que darle facilidades, no todo lo contrario, y si se deja a la gente vivir, ahí hay mucho empleo; y luego, Asturias, en su conjunto, debería tirar por el sector industrial facilitando terrenos baratos. Y finalmente, que los políticos y los sindicalistas tengan claro que no trazan el futuro, es decir, que todo lo que venga y sume es bueno, que todo lo que funcione y cree riqueza y empleo es bueno.