R. GARCÍA

La fotografía en la que se recoge la llegada de Hilda Armada al altar en septiembre de 2011 es una de las últimas instantáneas en las que se puede apreciar la diadema valorada en más de un millón de euros que una banda de delincuentes robó en la mansión del padre de esta gijonesa -el conde de Güemes- en mayo del pasado año. La Guardia Civil consiguió detener a cinco de los responsables del robo a finales del mes de diciembre. Los agentes de la Benemérita buscan ahora el valioso objeto que la familia del conde de Güemes utilizaba «en ocasiones muy especiales» y que permanecía hasta el asalto en el interior de una caja fuerte a la que los delincuentes accedieron gracias a la colaboración de la asistenta del conde.

Los investigadores aún no dan por concluidos los trabajos en torno al robo, por lo que no se descarta que en los próximos días se pudiera detener a nuevos implicados en un robo del que poco a poco se van conociendo más detalles. Los tres miembros de una banda de delincuentes encargados de ejecutar el lucrativo golpe prepararon el asalto en tan sólo unos días, según la Guardia Civil. Un familiar de la asistenta que trabajaba desde hacía meses en la mansión del conde ideó la estrategia apenas una semana antes de que se ejecutaran sus planes.

La «cabecilla» de esta operación vivía desde hacía tiempo en la finca de Deva acompañando a la asistenta del conde y a su marido y conocía «a la perfección» el valor de las joyas que se escondían en la caja fuerte de Álvaro Armada, por lo que a principios del mes de mayo del pasado año se puso en contacto con tres sudamericanos residentes en Madrid a los que ofreció el acceso a las valiosas joyas a cambio de una parte del botín. Los delincuentes se desplazaron a Gijón sólo unas horas antes del golpe para comprobar que los planes del familiar de la asistenta eran factibles. En la madrugada del 17 de mayo la encargada de redactar el plan pidió a su familiar -la asistenta del conde- que abandonara la mansión y «mirara para otro lado» apenas unos minutos antes de abrirles la puerta del palacete a los acusados, que rompieron una ventana y desconectaron los sistemas de alarma para confundir a los agentes de la Guardia Civil encargados de la investigación del caso. Los asaltantes utilizaron un soplete para acceder a la caja fuerte y se llevaron -además de la diadema- monedas de coleccionista valoradas en miles de euros, un reloj de 5.000 euros y 35.000 euros en efectivo.

El asalto duró poco menos de media hora y fue denunciado al día siguiente. La Guardia Civil sospechó desde un primer momento de los trabajadores de la vivienda. La facilidad con la que se había producido el robo hizo que los agentes creyeran desde el primer día que alguien de dentro de la casa había ayudado a los delincuentes aprovechando la ausencia del conde de Güemes, que se desplaza a Gijón «en contadas ocasiones», según sus allegados. Los funcionarios confirmaron sus sospechas poco después de iniciar los trabajos de investigación, cuando se percataron de la relación de amistad que existía entre un familiar de la asistenta y un grupo de ciudadanos sudamericanos que se habían desplazado a Gijón días antes del asalto.

Los cinco detenidos ya han ingresado en prisión por orden del Juzgado que dirigía los trabajos. A pesar de todo, la encargada de idear el plan fue la primera en abandonar España y es una de las piezas del puzle que aún no ha conseguido cerrar la Guardia Civil. Los agentes también buscan estos días a un cuarto miembro de la banda de delincuentes que aún no ha podido ser arrestado, aunque el principal objetivo se sitúa ahora en la localización de la diadema. Una joya que los investigadores sospechan que podría haber sido «desmontada y vendida por piezas», dada la dificultad de «colocar» en el mercado negro una pieza cuyo valor supera el millón de euros.