J. M. CEINOS

En el área industrial de Lloreda, el próximo miércoles, 16 de enero, se descubrirá una placa de metal, colocada en un monolito. Será a las doce del mediodía y, a partir de ese momento, la zona verde llevará oficialmente el nombre de parque del Cura Cándido Viñas, párroco de Tremañes, por acuerdo adoptado por el Ayuntamiento de Gijón el 4 de octubre de 2011, con la forista Carmen Moriyón Entrialgo en la Alcaldía.

Será el séptimo espacio urbano del concejo de Gijón con el nombre de un jesuita, desde que a principios del siglo XX en el Ayuntamiento se decidió llamar San Ignacio a la calle que discurre entre las de la Reconquista y de Ramón y Cajal (Ceares), en las proximidades del Colegio de la Inmaculada Concepción, inaugurado por la Compañía de Jesús el 30 de septiembre de 1890 «Ad maiorem Dei gloriam (AMDG)».

Tras la calle dedicada a San Ignacio de Loyola (Íñigo López de Loyola), fundador de la Compañía de Jesús en 1534 y canonizado en 1622, sendos acuerdos municipales propiciaron que seis jesuitas más den sus respectivos nombres a otras tantas calles, plazas, jardines y parques: Isaac Montero, José María Patac, Máximo González, José Ignacio Prieto Arrizubeitia, Federico González-Fierro Botas y Cándido Viñas.

Pero la implantación de la Compañía de Jesús en Gijón, con el colegio levantado a la vera de la cuesta de Ceares, más la residencia de la calle del Instituto y la iglesia, hoy basílica, de la calle de Jovellanos, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y bien pronto «bautizada» por los gijoneses como la Iglesiona por sus proporciones, chocó con una parte importante de la sociedad gijonesa y también del clero secular, incluyendo a quienes entonces regían la iglesia parroquial Mayor de San Pedro Apóstol, la primera de la villa, que recelaban de la implantación de los jesuitas en Gijón.

En su libro «Cien años después», escrito en 1989 por Bonifacio Lorenzo Somonte, antiguo alumno del Colegio de la Inmaculada Concepción de Gijón y abogado, relata que «hubo un importante grupo de hombres liberales que consideraban perniciosa para la villa la llegada de los jesuitas a la misma (...) Eran estos liberales los mismos que se oponían a apoyar la subvención del municipio a la residencia de dichos religiosos y a la idea de construir un colegio en nuestra villa».

A pesar de las críticas se levantaron el colegio, la residencia y la iglesia, que fue coronada con una gran imagen de mármol del Sagrado Corazón de Jesús, durante años la mayor construcción en altura de la villa.

Tras el acuerdo de llamar San Ignacio a la calle del barrio de Ceares pasarían casi sesenta y cinco años para que el Ayuntamiento acordara dar el nombre de un jesuita a otra calle de la ciudad. Fue el 10 de mayo de 1965, con Ignacio Bertrand en la Alcaldía, cuando el padre Isaac Montero, orensano de nacimiento y fallecido en Gijón ese mismo año, se convirtió en el segundo miembro de la Compañía de Jesús en pasar al callejero local.

Isaac Montero había sido rector del Colegio de la Inmaculada, en funciones, entre 1940 y 1942, así como director del Hogar de San José. Su calle se encuentra situada entre la de Mariano Pola y la avenida de Moreda, en El Natahoyo.

Un cuarto de siglo después, cuando era alcalde de Gijón el socialista Vicente Álvarez Areces, el 11 de mayo de 1990 se tomó el acuerdo de incluir en el callejero local los nombres de otros dos jesuitas: José María Patac y Máximo González.

José María Patac de las Traviesas falleció el 21 de octubre de 2002, pocos días después de que el Ayuntamiento le nombrara hijo adoptivo de Gijón. Fue quien puso en marcha la Biblioteca Asturiana, una joya depositada desde años antes de su fallecimiento en la Biblioteca Pública Jovellanos. Más que calle, el vial del Padre José María Patac es un callejón situado en Ceares, entre las calles del Sagrado Corazón y de San Francisco de Asís, frente a la fachada sur del Colegio de la Inmaculada.

Por su parte, el padre Máximo González fue el creador del Hogar de San José en plena posguerra. Llegó a Gijón en 1942 y su primera intención fue la de montar una pequeña escuela para impartir el catecismo, aunque bien pronto se dio cuenta de que los niños que asistían a la escuela lo que necesitaban era comer y se embarcó entonces en la tarea de recoger a los niños, muchos de ellos huérfanos. Da su nombre a una plaza de El Natahoyo, frente al paso elevado de la calle de Carlos Marx.

La calle del jesuita Ignacio Prieto Arrizubeitia está ubicada en el barrio de Candenal de la parroquia de Somió. El acuerdo municipal se tomó el 11 de agosto de 1998. Gijonés de nacimiento, destacó en su faceta de músico.

Y el 6 de agosto de 2009, siendo alcaldesa de Gijón la socialista Paz Fernández Felgueroso, la Corporación acordó dar el nombre del jesuita gijonés Federico González-Fierro Botas a los jardines situados sobre el pozo de tormentas, al lado de la plaza del Padre Máximo González.

El sacerdote, traductor y profesor destacó en la recuperación de la lengua y la cultura asturianas desde las posiciones del humanismo cristiano.