La nueva entrega del serial sobre el 75.º aniversario del Grupo Covadonga abunda hoy en distintas obras escultóricas que se conservan en dependencias de este referente deportivo y lúdico-social de la ciudad de Gijón.

l El busto de Dionisio Cifuentes. Nada más entrar en el Real Grupo se observa el busto de Dionisio Cifuentes Suárez (1859-1951), firmado por Manuel Álvarez Laviada. En un terreno llamado «La Huerta», propiedad de Dionisio Cifuentes, sita en el arenal de San Lorenzo -entre Ezcurdia, la Travesía del Gas y la calle del Molino-, que medía 48 áreas y 24 centiáreas, empezó su andadura el Grupo Covadonga.

Este gran filántropo gijonés recibió varios homenajes en los últimos años de su vida. El Ayuntamiento le dedicó una calle por acuerdo del 27 de julio de 1933, la cual pasa por delante de la iglesia de San Julián de Somió, y va desde Profesor Pérez Pimentel hasta la Carretera del Piles al Infanzón. Tal dedicatoria fue recibida con entusiasmo, como escribe «El Noroeste», «por ser un homenaje al Presidente del Partido Republicano Liberal Democrático y a un hombre que comparte su fortuna con los pobres». («Las calles de Gijón. Historia de sus nombres», Luis Miguel Piñera. Ed. Trea, 1999).

El periódico «La Vanguardia» del 9 de agosto de 1934, bajo el epígrafe «Acción Católica Nacional. Regalo de un altar», dice: «El domingo se celebraron en la parroquia de Somió varios actos en honor del filántropo gijonés y benefactor de la parroquia, don Dionisio Cifuentes, que ha costeado el altar dedicado a Jesús del Amor. A los actos asistió todo el vecindario y una representación del señor obispo y otra del Ayuntamiento de Gijón». El 23 de abril de 1948, Dionisio Cifuentes fue nombrado Socio de Honor Vitalicio del Grupo «en consideración a las constantes atenciones que guarda a esta Sociedad». Acuerdo tomado por la Ejecutiva que presidía Mario de la Torre. (Actas L2, F43v).

El 24 de agosto de 1949 y ante el notario de la villa Antonio González Vigil, se formalizó la adquisición a Dionisio Cifuentes de «La Huerta» por 267.500 pesetas, a pagar en veinte anualidades de 13.375. Llevó las negociaciones Alejandro Roces Antuña, que firma la compra junto con Félix Guisasola, por parte del Grupo. La primera de estas anualidades venció el 29 de mayo de 1950, y fue la única que cobró el ilustre filántropo. Las demás fueron remitidas tras su muerte a la Asociación Gijonesa de Caridad y Cocina Económica, según constaba en la escritura.

El 13 de septiembre de 1949 el Ayuntamiento nombró a Dionisio Cifuentes hijo predilecto de Gijón. Estas operaciones se realizaron bajo el tercer presidente (24-5-1947 a 10-5-1950), el médico Mario de la Torre García-Rendueles, también alcalde de Gijón (14-4-1943 a 15-4-1948). En los últimos tiempos de su presidencia, vivía ya más en Madrid que en Gijón. Él fue quien encargó el busto de Dionisio Cifuentes a Manuel Álvarez Laviada.

Don Manuel vivía también en Madrid y se trasladó a Gijón para realizar el busto a comienzos de 1950. El 24 de abril ya estaba el busto en el viejo Grupo. Costó 15.000 pesetas, de las que 12.000 fueron para la fundición y 3.000 para sufragar los gastos de don Manuel A. Laviada durante su estancia en la ciudad. El Grupo le escribió una carta de agradecimiento «por su completo desinterés en la confección de esta magnífica pieza escultórica». El busto, de cuya peana se encargó Casa Gargallo, fue descubierto en un acto íntimo, el domingo 9 de junio de 1950, desfilando los socios de los diferentes deportes, con su uniforme peculiar, ante don Dionisio Cifuentes. (Actas L2, F 62 y 67).

En la glorieta de Villamanín hay otro busto de Dionisio Cifuentes. Le llaman «Benefactor de Somió» y fue encargado por el Ayuntamiento en junio de 1973. Es obra de Francisco González Macías (Béjar, 1901-Madrid, 1982), autor de muchos bustos en Gijón. Entre los dos bustos, el de Laviada y el de Macías, prefiero el más antiguo, con todos los respetos.

l La Santina de Cristina Carreño. La imagen de la Virgen de Covadonga preside las actividades del Real Grupo. Fue la escultora Cristina Carreño (Gijón, 1924-Madrid, 1991) quien modeló la imagen que se trajo de Covadonga el 8 de septiembre de 1969. Esta imagen estuvo años encajada sobre la primera piedra del «Grupo 2000», ideado por Jesús Revuelta Diego. Ahora puede verse en la entrada del restaurante, desde la terraza. (Y en el mural cerámico de los Estrada en la rampa de la piscina). Está realizada en fibra, para disminuir su peso, y tiene detrás un mango o soporte para ser llevada en carrera con una mano. Cada grupista corría un kilómetro con ella.

Otra imagen más pequeña, de la misma autora, se utilizó como premio en época de Janel Cuesta. (Se repartieron unos setenta ejemplares, entre 1992 y 2000). Puede verse un ejemplar en el interior de las oficinas de atención al público. La Santina de Cristina Carreño es recia y de fuerte volumen, tanto en el rostro como en las manos y el Niño. Tiene un estilo de campesina ilustrada. Un poco más plana es la dorada pieza de resina, armada sobre alambres interiores, de la Santina que se entrega hoy como premio a los socios, obra de Tato Estrada Fidalgo.

l La Santina del despacho del presidente. La Santina más grande, de unos 70 centímetros de altura, se encuentra en el despacho del presidente del Grupo. Es obra del escultor José María Porta de la Lama-Noriega, profesor de modelado de Cristina Carreño en las Escuelas de Artes y Oficios de Oviedo y Madrid, y su pareja desde 1967 hasta su muerte. José María Porta es medallista y en 2001 presentó en la Complutense una tesis doctoral, analizando el arte de las medallas y sus propias obras. Cristina hizo excelentes medallones, como el del Rey Juan Carlos que preside el salón de plenos del Ayuntamiento de Gijón. La Santina de José María Porta tiene mucho de Cristina Carreño, pero es más ancha y plana, como recortada de una medalla. Llegó al Grupo en los primeros años del mandato de Janel Cuesta, hacia 1995.

l La Santina del estanque. La Santina de mayor tamaño, la que está en el patio central de acceso, fue entronizada con bendición y ceremonias el 16 de abril de 1977, tras inaugurar el nuevo aparcamiento exterior. Es idéntica, aunque más pequeña, a la que preside la puerta de la iglesia secularizada de Laboral, obra de Manuel Álvarez Laviada, realizada en 1951. Las dos son de «piedra de Colmenar», caliza lacustre del Mioceno de las canteras de Colmenar de Oreja, de color muy claro, grano fino y gran porosidad. Con esta piedra se han realizado importantes monumentos de Madrid, como la Puerta de Alcalá, la Puerta de Toledo, los palacios de Aranjuez y el Nuevo Baztán. Ambas lucen detrás de la corona una aureola solar muy ancha, fusión de las aureolas tras el cuerpo y la cabeza de las Inmaculadas de época barroca.

Las iniciales MA, tradicionalmente curvas, están aquí diseñadas mediante líneas rigurosamente rectas. La imagen de Laboral va toda blanca. La del Grupo tiene el manto pintado por Tato Estrada en 2010. Es una mamá muy joven, fina y elegante, de porte aristocrático a la manera del siglo XVIII. También sus adornos, como cenefas, puños, toca fruncida que enmarca el rostro y pequeños relieves simulando tejidos en la túnica y el manto, son típicos del Siglo de las Luces. Pero Manuel Álvarez Laviada murió en 1958. El escultor tenía un ayudante en su taller de Madrid, llamado Manuel Álvarez Agudo, encargado -entre otras cosas- de sacar puntos para agrandar o reducir piezas. Él fue quien hizo la Santina del Grupo, copiando la de Laviada, cuyas medidas conservaba del taller, como hizo con otras piezas del Parque Isabel la Católica. Así lo afirma una especialista en Laviada, Dolores Villameriel, directora del Museo Antón de Candás. La Santina del ayudante de Laviada costó al Grupo 85.000 pesetas. (Actas L8. F 109).