El concejal gijonés de 59 años Eduardo Junquera es, hasta la fecha, el único político español que ha dimitido y abandonado el PP (otro edil de Galdácano, David Pasarín-Gegunde, ha solicitado la baja temporal como afiliado) por los papeles del «caso Bárcenas»: una documentación que implica a la cúpula del partido que gobierna España, incluido el presidente Mariano Rajoy, en un supuesto cobro de dinero no declarado al fisco. El portazo de este médico de familia que trabaja en el servicio de urgencias del Hospital San Agustín, en Avilés, le ha dado fama de tipo «íntegro» o de «oportunista» y de «mal compañero», según quien haga el retrato. ¿Antes los principios y la propia conciencia que los intereses del partido al que se pertenece?

Desde las filas del PP, donde Junquera militaba desde hace más de dos décadas, no le perdonan que haya hablado sin pelos en la lengua y saltándose con pértiga la figura de la presunción de inocencia de los apuntados en los estadillos atribuidos al ex tesorero Bárcenas. Pero hay también muchos ciudadanos que le saludan por la calle Corrida y le felicitan por su desplante, como si hubiera subrayado lo que otros callan o no se atreven a contar. Ha declarado que se va para no caer enfermo por la «desvergüenza» de algunos altos dirigentes del PP. El debate está ahí.

Con orígenes en Noreña y familia vinculada al macelo Junquera-Naves, quienes conocen al ya ex concejal le han oído repetir frases de cuño naturalista, como un Zola que conociera los secretos de la mondonguería: «Cuando el cerdo está en la pocilga huele». Y aseguran que su fama de persona dispuesta a cantarle las verdades al lucero del alba llegó hasta Génova 13, la sede central del PP en Madrid, mucho antes incluso de que el duro y controvertido alegato ético que hizo el pasado viernes en sede municipal, al tiempo que dimitía, fuera titular de primera página. «El único que protesta eres tú», le espetó en una ocasión Carlos Floriano, vicesecretario general del PP.

Pero ¿cuándo decidió Junquera que iba marcharse así, metiendo tanto ruido y diciendo en voz alta, ante los periodistas, todo lo que pensaba? «Mi indignación es la de mis amigos, colegas, parientes y pacientes, que no entienden cómo aún pertenecía a esta organización», soltó. Contra lo que ha manifestado el secretario general del PP de Asturias, Fernando Goñi, fuentes cercanas a Junquera aseguran que éste decidió romper con el PP el jueves 31 de enero, sólo 24 horas antes de su sonada comparecencia. Y que comunicó la decisión a sus compañeros de grupo municipal, incluida la portavoz y presidenta de los populares gijoneses, Pilar Fernández Pardo, sólo poco antes de hacerla pública. «Trataron de convencerle hasta el último momento de que se lo pensara mejor», aseguran otras fuentes.

Según ese relato de la singular dimisión, Junquera llevaba malhumorado y hastiado por la situación general del PP desde hace meses. Al menos, desde que estalló el «caso Gürtel». Y hay quien afirma que en nada influyó la guerra que libra su jefa Pilar Fernández Pardo, a la que sigue manteniendo su lealtad política, con la presidenta de los populares asturianos, Mercedes Fernández, «Cherines», por el control de la junta del PP de Gijón.

Llegó al convencimiento de que debía dimitir y romper con su viejo partido tras escuchar, el pasado jueves, las declaraciones de María Dolores de Cospedal en respuesta a la documentación publicada ese mismo día por el diario «El País». Diagnosticó de pronto, al oír a la secretaria general del PP, el origen de la pesadumbre que le acompañaba desde hacía tiempo, explican personas del entorno del ex concejal: «Está convencido de que se ha quedado sin argumentos para confrontar con el PSOE».

Junquera salió el jueves a las ocho de la mañana del servicio de urgencias del San Agustín, después de una guardia de doce horas. Leyó los papeles atribuidos a Bárcenas y esperó a que alguien de la dirección del PP ofreciera alguna respuesta contundente. Fuentes de su entorno explicaron a este periodista que el concejal no escuchó nada que le convenciera; al contrario, vio cómo algunos de los datos publicados eran confirmados, caso del presidente del Senado, Pío García Escudero. «Sintió que no podía aguantar más y que debía romper con un partido del que esperaba otras medidas», añaden las mismas fuentes.

Al día siguiente, viernes 1, Junquera llegó al Ayuntamiento dispuesto a dimitir y a romper con el PP. Y a contar, además, las razones por las que se marchaba de manera tan abrupta, sin contemplaciones. Es lo que muchos aún no le han perdonado. Lugarteniente de Pardo, segundo en las listas municipales del PP, sus compañeros de grupo municipal trataron de que prolongara su reflexión, creyendo que se precipitaba. Y hasta parece que les hizo caso, porque hay quien le vio pasear durante un buen rato por el Muro, como si quisiera tomar oxígeno junto al Cantábrico antes de decir lo que pensaba. Y eso que Junquera es deportista que presume de ir a pie hasta Noreña por el Alto de la Madera, de nadar unos cuantos largos un par de veces a la semana y hasta de ser golfista con un aceptable handicap. Regresó a las Consistoriales hacia la una de la tarde. Ninguna duda. Y soltó algunas palabras que seguirán escociendo en el PP durante mucho tiempo: «La honradez que he heredado de mis padres y transmitido a mi hijos me impide seguir formando parte de este partido». Fue tan discreto que su familia se enteró del notición después de producirse, a través de las redes sociales. Quienes conocen al ex concejal aseguran que no volverá a la actividad política.