Pablo TUÑÓN

«Su mayor ejemplo fue el de política decente. En este momento de gran corrupción hay que rescatar este ejemplo». Rafael Fernández Tomás, sociólogo, nieto de Belarmino Tomás e hijo de Rafael Fernández, ex presidente del Principado, reivindicó ayer en el club LA NUEVA ESPAÑA la figura de su madre, Purificación Tomás, «una mujer a la que las adversidades de la vida la hicieron cada vez más fuerte».

Una reivindicación con tono crítico para los dirigentes gijoneses. «Belarmino Tomás tiene un parquecito en El Coto sumamente triste. No es nada. De Pura, en esta ciudad no hay ni rastro, y aquí es donde más se la jugó y luchó en 1936 y 1937 siendo una de las mujeres al frente de la retaguardia», denunció ayer Rafael Fernández Tomás, que hizo carrera política en México fundando el Partido Socialista de los Trabajadores. «Si en Gijón nadie se acuerda de esta familia, allá Gijón», sentenció Fernández Tomás.

El nieto del que fuera líder de la Revolución de 1934 rememoró la vida y trayectoria de su madre, que a los 14 años ya demostró «dotes oratorias», por lo que empezó a ser valorada por diferentes agrupaciones como «propagandista socialista». Fue durante la Guerra Civil secretaria de las Juventudes Socialistas. Después huyó a Barcelona para terminar saliendo a Francia y, desde ahí, a México, donde crió a sus hijos junto a su marido, Rafael Fernández. Uno de ellos, Víctor Manuel, discapacitado físico desde su nacimiento, fue «el eje de su vida». «Toda su vida fue una lucha constante», destacó ayer su hijo.

Además de fiel a su familia, Pura Tomás se mantuvo fiel al socialismo. Por eso, tras pedírselo Felipe González, regresaron a España ella y su marido pese a tener su vida completamente asentada en México. Mientras Rafael Fernández fue presidente del Principado, ella ocupó la concejalía de Atención Ciudadana en Oviedo. «En seis años atendió a más de 30.000 personas. A los que podía, los ayudaba. Si no, sabedora de que necesitaban ser escuchados, los escuchaba», aseguró ayer Rafael Fernández Tomás. Su madre caería fulminada en 1990 por un embolia cuando se disponía a ir a un congreso del partido. En el mismo, Felipe González la definió como «raíz y símbolo del Partido Socialista».