A. RUBIERA

En la parroquia de Baldornón hubo ayer misa de campaña. Una celebración al aire libre que, esta vez, no estaba motivada por ninguna fiesta, más bien al contrario, fue impuesta por la clausura urgente de la iglesia de Santa Eulalia. El cierre, fulminante y con ánimo de continuidad, está motivado por el agravamiento de las grietas que desde hace décadas tiene el templo y el deterioro de otras partes sustanciales del edificio. «La lluvia de estos meses ha debido de influir bastante y el corrimiento de tierras que lleva años afectando a la cimentación del templo se ha agravado», explica el párroco José Manuel Alonso, que entiende que «no se podían» seguir asumiendo riesgos. De ahí que el templo quedara cerrado ayer mismo y fuera vaciado de enseres e imágenes. La comunicación oficial se la dio a los parroquianos el vicario episcopal de la zona Norte, Adolfo Mariño, que acompañó a José Manuel Alonso a la hora de la misa y respaldó así su decisión.

«El Arzobispado autorizó el cierre porque no se veía conveniente que la iglesia siguiera abierta. Igual aguanta años así, o no, y entonces tendríamos un disgusto que nadie quiere. Algunas personas entendidas me advirtieron de que estas cosas no avisan, y con ese riesgo no debíamos jugar. Estamos obligados a ser prudentes», sostiene el párroco, que ya ha puesto en conocimiento también de las autoridades locales lo que está sucediendo con el templo de Baldornón.

La urgencia del cierre obligó a que ayer la misa se hiciera al aire libre, pero para los próximos oficios el párroco cuenta con que ya pueda estar disponible un espacio en el cementerio de Baldornón que hace las veces de capilla. Para ello, ya han acordado con los responsables de Cegisa (la entidad que gestiona los cementerios municipales) esa cesión de uso, que el Arzobispado solicitará formalmente esta semana, y cuentan con que en pocos días se podrá adecentar un local que ahora hace las veces de almacén del camposanto.

Los problemas del templo de Baldornón vienen de largo y han sido motivo de estudio y de análisis profesional en los últimos años, a requerimiento del párroco. El diagnóstico que ya en 2009 se hizo de lo que sucedía dejó claro que «el terreno que sustenta la edificación de la iglesia está apoyado en una escollera de piedra que viene cediendo estabilidad y urge sustituirla por un muro debidamente cimentado», tal como el sacerdote explicó a los vecinos en las primeras notificaciones. Ese corrimiento de tierras ha generado grietas notables en las paredes y en el piso del templo, cada vez más evidentes y amenazantes, y mucho más tras el último y lluvioso invierno, que hacen obligatorio un refuerzo del muro de contención de la iglesia, para evitar que el terreno siga cediendo. Los problemas ahora ya afectan incluso a las vigas principales del templo, que han tenido que ser apuntaladas.

En total, según los cálculos estimados por los expertos y transmitidos al párroco, la iglesia de Santa Eulalia de Baldornón requiere de una inversión para su supervivencia muy superior a los cien mil euros. Para hacer frente a ese gasto, la parroquia tiene abierta desde hace años una cuenta de ayuda, e incluso el Arzobispado vendió propiedades en la zona como aportación, aunque así y todo no se cubre lo necesario.

La iglesia de Baldornón fue edificada, probablemente, en el siglo XII, aunque un incendio durante la guerra obligó a su reconstrucción en los años cincuenta del siglo XX. En su interior conserva elementos de interés, según los expertos, como los capiteles de las columnas que sujetan los arcos del altar, que están decorados con motivos vegetales y las escenas de monstruos típicas del románico. En el exterior del ábside se conserva una cabeza totémica tallada en piedra, de origen desconocido, que hay investigadores que asocian a la cultura indígena prerromana.