Psico-oncólogo y presidente de la asociación Estilo Anticáncer

El psicólogo ovetense Pablo Pérez García lleva casi un año dedicado a la promoción de hábitos de vida saludables para contrarrestar «la epidemia» que, dice, está suponiendo en la actualidad el cáncer de mama. Especializado en psico-oncología -el área que se ocupa de la relación entre lo psicológico y lo emocional y el cáncer-, durante dos años hizo las prácticas en la unidad de cáncer de mama del Hospital de Cabueñes, con la alcaldesa Carmen Moriyón como tutora. Desde enero preside la asociación Estilo Anticáncer, una organización sin ánimo de lucro «dirigida a identificar y promover hábitos saludables que contribuyan a prevenir y curar el cáncer». Su último esfuerzo ha sido el de autoeditar el trabajo «Estilo de vida y cáncer de mama», donde, basándose en la revisión de casi 700 estudios científicos, extrae conclusiones claras e identifica ante la población factores de riesgo y protectores relevantes, tanto de alimentación, de toxicidad medioambiental o de condiciones psicológicas.

-¿Cómo le atrapó la educación para la salud contra el cáncer?

-Cuando trabajaba con las pacientes de Cabueñes percibí que además de la atención psicológica había una gran carencia que motivaba mucha demanda de las enfermas. Ellas me pedían orientación sobre qué comer, qué tóxicos suponían más riesgo, cosas así... Empecé a encargarme de esa información, que para mí suponía una gran responsabilidad, así que me puse a revisar la literatura médica y todos los estudios publicados en relación con la alimentación, los tóxicos y los factores psicológicos.

-Criba que le llevó varios años.

-Sí. Acabé las prácticas en el hospital y la revisión de publicaciones la continué un año más, hasta marzo del año pasado. En julio empecé a dar las charlas a la espera de poder publicar el trabajo y editarlo, que es lo que ha ocurrido ahora. Empecé con las charlas periódicas en el centro Gijón-Sur y a finales de año opté por crear la asociación para hacer más cosas y en más sitios de Asturias, como por ejemplo talleres de cocina.

-¿Quién forma parte de la asociación Estilo Anticáncer?

-Sobre todo pacientes que se han interesado por la educación para la salud, un campo en el que, en general, la gente está muy perdida.

-¿Tanta información como hay disponible sobre el cáncer no le parece suficiente?

-Hay muchísima información, sobre todo en internet, pero igualmente encuentras a los pacientes muy perdidos. Las cosas más básicas la mayoría de la gente no las sabe; aunque también ocurre que quienes se acercan a saberlo, a veces prefieren mirar para otro lado.

-¿Dónde está el error?

-Un tema fundamental es el lenguaje que se utiliza en el campo de la ciencia y la medicina. El marketing publicitario nos ha llenado de mensajes muy directos sobre las propiedades beneficiosas de, por ejemplo, un determinado yogur. Aunque a veces eso no tenga el respaldo científico que debería. Por el contrario, el lenguaje científico es tan conservador y discreto a la hora de hacer afirmaciones que no cala. Así, ocurre que te encuentras estudios de mil mujeres con cáncer de mama donde se establece una relación clara para decir que a más cantidad de carne roja consumida hay más riesgo de cáncer de mama y, pese a ello, las conclusiones que salen a la luz son que «probablemente haya un mayor riesgo...».

-O sea, que su reproche es que se deberían estar haciendo afirmaciones más contundentes sobre qué comer o qué tóxicos evitar.

-Sí, claro. En concreto, en el campo de los alimentos y el cáncer de mama habría que ser más contundentes en los mensajes para favorecer estilos de vida saludables. Hoy el cáncer de mama es una epidemia, un problema de primer nivel, y hay que tomar decisiones, aunque no tengamos toda la certidumbre que nos gustaría. Si sospechamos que la grasa saturada puede ser perjudicial y el brócoli beneficioso, deberíamos arriesgarnos a decirlo más claro.

-Pues arriesgue. ¿Qué hay que comer?

-En el caso del cáncer de mama está claro que hay que basar la alimentación en productos de origen vegetal naturales, no refinados. Eso son frutas, verduras, legumbres y frutos secos; y en segundo término, pero también beneficiosas, están las algas, las setas, las especias y las hierbas que usamos en infusiones.

-¿Y qué evitaremos?

-Debemos reducir el consumo de productos de origen animal. O sea, menos lácteos, menos huevos, menos carnes y pescados. Y también reducir la bollería, los pasteles, los refrescos, las pastas y demás, que son ricos en carbohidratos refinados, con un índice glucémico alto.

-¿Cuánta responsabilidad tenemos en el cáncer?

-Mucha. Cada persona debe responsabilizarse de su salud. El médico y los servicios sanitarios están muy bien para momentos de crisis, pero en el día a día quien tiene que cuidar de su salud es cada persona. Y eso implica cambios en la alimentación, exponerme lo menos posible a tóxicos o cuidar de mi estado emocional...

-¿Cómo reducir la sobreexposición a sustancias tóxicas?

-En ese campo hay dos grandes grupos: las sustancias químicas y las radiaciones. Las sustancias químicas están por todos lados: en la alimentación, la ropa, el agua, los utensilios en los que cocinamos... debemos saber cuáles son los tóxicos más sospechosos y en qué sustancias están presentes. Por ejemplo, se pueden buscar los geles de baño que se venden claramente sin talatos ni parabenos. Respecto a las radiaciones, sería bueno tener presente que hay radiaciones no ionizantes sospechosas como favorecedoras del desarrollo de tumores: por ejemplo, las de los dispositivos electrónicos (móvil, wifi, tendidos eléctricos, transformadores...). Todo eso genera campos y dependiendo de la cercanía, la dirección de las ondas.. pueden suponer un riesgo y deberíamos poner alguna vía de prevención. Así, sabemos que con que separemos dos, tres centímetros de la cabeza el móvil prácticamente se anula la radiación. Saber eso puede suponer que nos concienciemos más en el uso del manos libres. No hace falta dejar de utilizar los móviles o los inalámbricos, pero si sabemos que hay sospecha sobre ellos se pueden comprar teléfonos inalámbricos con una tecnología menos peligrosa y que está disponible en las grandes superficies. Con el wifi, lo mismo, podemos tender a cablear más... Todo sumado puede suponer pequeños cambios que todos sumados pueden generar un efecto importante.

-Frente al tabaco y sus riesgos se hizo una ley; ¿se arriesgaría a identificar alguna otra medida de gran impacto contra algún producto?

-Lo lógico es que se empiece a limitar el uso de los edulcorantes y los azúcares refinados. En Inglaterra ya han puesto un impuesto especial para los refrescos edulcorados, las bebidas gaseosas, porque ya empiezan a considerar que el azúcar refinado es un producto tóxico, y realmente lo es. Con el agravante de que está introducido en todo, no sólo en los dulces.