El alquiler de verano parece estar cayendo en desuso. Los nuevos hábitos turísticos y la crisis económica han llegado a reducir la demanda de este tipo de alojamientos de temporada entre un 30 y un 40 por ciento. Descenso que los profesionales del sector empezaron a notar «hacia 2009», cuando las finanzas españolas hicieron agua y comenzaron a hundir la capacidad de consumo de las familias.

Recién estrenado el verano, «todo apunta a que este año vamos a seguir en la misma línea». Javier Gutiérrez, que lleva varias décadas en contacto con el mercado inmobiliario gijonés, cree que la situación «está bastante floja», hasta el punto de que «prácticamente no estamos recibiendo llamadas para preguntar por apartamentos de temporada». Las previsiones del tiempo, en constante amenaza de lluvia, no ayudan: «La gente se desanima, es lógico, y prefiere esperar hasta última hora para reservar».

Las estancias veraniegas en piso de alquiler «están desapareciendo», sentencia el director comercial de la agencia Álvarez. Si este tipo de producto inmobiliario todavía aguanta es, según explica Gutiérrez, gracias «a esa gente mayor que tiene un arraigo con Gijón para venir todos los años» o «a las familias con hijos que se sienten más cómodas en un piso que en un hotel». Aunque para este tipo de turistas, apostilla, «van ganando terreno los alojamientos turísticos», porque «tienen lo mejor de un piso y proporcionan servicios de hotel como la limpieza».

La demanda cae y los precios también. En un informe publicado recientemente por el portal inmobiliario «Fotocasa», Gijón figura, de hecho, como el enclave turístico del norte de España donde más han bajado los alquileres de las viviendas vacacionales. Especialistas en la materia precisan que «estos informes toman como referencia, habitualmente, los datos que aparecen en los anuncios de internet y no las operaciones ya cerradas». En cualquier caso, «las rentas bajaron mucho», un 30 por ciento de media.

Aunque Verónica Álvarez, agente de la propiedad inmobilaria y responsable de la agencia Asturias, pone algunos ejemplos con rebajas hasta el 57 por ciento. «En los buenos tiempos llegaron a pagar 3.500 euros por el mes de agosto en un piso de dos habitaciones de la calle Ezcurdia», apunta. Esa misma vivienda, situada en primera línea de playa, frente al paseo marítimo de San Lorenzo, se oferta este año a 2.000 euros. «El mes estrella del verano gijonés fue, es y seguirá siendo agosto; pero este año hay mucho piso sin ocupar», señala.

Las estancias se acortan a una semana porque «ya no da para un mes»

El perfil de turista que pasa sus vacaciones estivales en Gijón de alquiler no ha experimentado grandes cambios. No ocurre lo mismo con el tiempo de estancia, que ha ido menguando a medida que se iban acentuando los efectos de la crisis económica. «Ahora la gente ya no alquila el mes completo. Vienen por quincenas o incluso semanas. La situación no da para más», explica Javier Gutiérrez.

Y pone varios ejemplos en función de la oferta que gestiona la agencia para la que trabaja: «Una semana en una casa de Somió cuesta 1.750 euros; en apartamento en Cimadevilla, 400, y en primera línea de playa, por 525 euros ya se consiguen pisos de tres habitaciones más salón, y en segunda línea puedes encontrar alquileres por siete días a partir de 350 euros». Aunque también pueden encontrarse pisos en alquiler, en buen estado, por 40 euros la noche.

«Las playas de San Lorenzo y Poniente, el puerto deportivo y Cimadevilla, el centro, y el entorno de El Bibio y El Molinón siguen siendo las zonas más cotizadas para alquilar un piso en verano; pero también son las más caras, como es lógico. Así que ahora a la gente tampoco le importa quedarse en pisos de zonas próximas, como Laviada o El Llano», precisa Verónica Álvarez. «Lo que les interesa es que puedan ir caminando tanto a la playa como al centro de la ciudad», añade.

Los alquileres de verano están de capa caída, coinciden los especialistas en el sector inmobiliario, pero tampoco la oferta es la misma que en tiempos de bonanza. «El que antes ofrecía su vivienda sólo durante el verano ahora aspira a alquilarla de forma permanente o incluso a venderla. Y el que lleva tiempo con su piso vacío no descarta alquilarlo en temporada de verano si surge la posibilidad», expone Verónica Álvarez, que tiene entre sus clientes varios casos.

Las estancias estivales permiten sacar rendimiento a viviendas que no tienen salida en el mercado inmobiliario ordinario. Aunque, actualmente, los propietarios prefieren las soluciones de larga duración, que no aportan una rentabilidad tan alta e inmediata, pero sí unos ingresos sostenidos en el tiempo. «Al final, la oferta de alquileres de verano también está menguando», sacan en conclusión quienes gestionan en la ciudad arrendamientos y ventas.

De todas formas, «éste es un sector difícilmente controlable». Primero, porque «la oferta y la demanda varía en cuestión de días, según va avanzando el verano y se van haciendo o no reservas». Y segundo, porque «hay muchos particulares que alquilan por su cuenta». Para este verano, que llegó la madrugada del viernes sin el calor que se esperaba, se augura «actividad de última hora».

Las previsiones meteorológicas, nada amables con la cornisa cantábrica, están enfriando las expectativas turísticas de la ciudad. De ahí que «no sería de extrañar que las rentas bajen todavía más de aquí al mes de agosto». Para los alquileres vacacionales, la temporada de verano «se limita a julio y agosto». Los propietarios confían en que «los turistas vengan a Gijón no por sol, sino por las muchas actividades que ofrece la ciudad» durante el período estival, «desde la "Semana negra" a la Feria de Muestras».