Científica titular de la Escuela de Historia y Arqueología en Roma del CSIC

C. JIMÉNEZ

Leonor Peña es científica titular del Laboratorio de Arqueobotánica, adscrito al departamento de Prehistoria del Instituto de Historia del CSIC. Bajo su coordinación, en fechas recientes se completó uno de los proyectos más ambiciosos del órgano investigador: «Tusculum en época medieval: territorio, paisaje, economía y sociedad», una iniciativa en torno a esta primitiva urbe a 30 kilómetros de Roma que ha permitido sacar a la luz importantes vestigios de un templo medieval. Ayer habló en el curso de la UNED sobre «Costumbres culinarias en el mundo antiguo» acerca de la alimentación vegetal.

-¿Qué revelan los restos vegetales localizados en yacimientos arqueológicos?

-En general están muy infravalorados, pero no porque no se puedan recuperar o porque no existan, sino porque no se utilizan técnicas para conseguirlo. Nos hemos encontrado que desde el Paleolítico el hombre tenía una alimentación vegetal. Se pensaba que únicamente era una dieta cárnica pero los vegetales cumplían una función importantísima.

-¿Qué tipo de alimentos complementaban las dietas cárnicas?

-Antes de la llegada de la agricultura a la Península ya tenemos constancia del consumo de bellotas, avellanas, algunos frutos del bosque y bayas, y desde el Neolítico encontramos cereales y leguminosas.

-¿Cómo se pueden recuperar todos esos restos vegetales?

-Lo primero de todo tiene que haber un entendimiento con el equipo que está en el yacimiento. Estos restos se recuperan fundamentalmente mediante la técnica de flotación que consiste en separar los restos vegetales de otros orgánicos. No tiene ningún misterio ni requiere de técnicas especiales, tampoco perjudica al resto del yacimiento.

-¿Algún hallazgo relevante?

-Hemos encontrado restos de escanda desde el primer milenio antes de Cristo en Galicia, Asturias y León cuando ahora el cereal estaba documentado a partir de la época romana. Quinientos años antes de Cristo ya hay escanda documentada en estos tres territorios, lo cual desmonta buena parte de la historia que conocíamos hasta ahora sobre su origen romano. Y en el resto del mundo hay un hallazgo importante en Israel, donde se han lozalizado diferentes tipos de frutos secos datados del 750.000 antes de Cristo.

-Usted participó en las excavaciones de Tabacalera, ¿qué tiene de relevante el yacimiento gijonés?

-Es uno de los más interesantes porque la conservación en agua permite que se mantenga todo prácticamente al 100%. Los restos vegetales en Tabacalera son riquísimos. El yacimiento nos ha permitido recuperar semillas de plantas acuáticas muy interesantes sobre las que se está trabajando ahora, igual que con los datos de polen o ácaros. A nivel de la península Ibérica el de Gijón es un yacimiento bastante inusual.

-Dirige el proyecto «Tusculum» que ha dejado al descubierto las ruinas de una catedral medieval próxima a Roma. ¿Augura nuevos hitos a la Arqueología?

-Hay muchísimas cosas por explorar que deberían dar más resultados. En el caso del proyecto «Tusculum», dirigido por la Escuela Española de Historia y Arqueología, se utilizaron metodologías nuevas como los estudios geofísicos que nos permiten saber qué hay debajo del suelo sin iniciar la excavación para poder planificar antes de intervenir.

-¿Esas técnicas se están haciendo extensivas a todos los trabajos arqueológicos?

-Nosotros ya llevábamos tiempo trabajando en ello pero para períodos históricos más recientes ofrece resultados hasta ahora impensables.

-La reducción de fondos para investigación, ¿está dificultando su trabajo?

-La realidad es que cuesta mucho trabajo. Estamos en una lucha sin cuartel para lograr fondos para investigar. Ahora mismo acceder a financiación nacional es prácticamente imposible, recurrimos a Europa que es donde queda un poco de dinero, pero cada vez será más difícil incluso ahí.