-Verne es un artista con muchas facetas...

-Sí, hay gente que piensa que es un reaccionario. En realidad, escapa a toda ideología y es muy escéptico frente a la naturaleza humana. «De la Tierra a la Luna» o «Alrededor de la Luna» tienen, por ejemplo, varias lecturas, incluidas algunas irónicas.

-¿Cuánto debe la obra de Verne a Nantes y al mundo marítimo atlántico?

-Sólo escribió un texto autobiográfico, «Recuerdos de infancia y juventud», que le pidió una revista estadounidense. Y ahí habla de que fue fundamental su entorno familiar y la circunstancia de su nacimiento en Nantes, una infancia viendo el movimiento marítimo de los barcos. Viene a decir que Nantes fue la fuente de su literatura.

-¿El capitán Nemo es el gran personaje de Verne?

-Sí, sin duda. Es uno de los personajes en los que más trabajó. Antes de llegar ahí tuvo muchas discusiones con su editor. Primero, quiso que Nemo fuera polaco, revolucionario y contrario al imperialismo ruso. Su editor no lo aceptó, pues Rusia era un gran mercado. Total, que hizo un personaje fuerte, misterioso, que suscita fascinación, el mejor construido literariamente. Y es el más importante, porque puso mucho de sí mismo en Nemo. Éste, como Verne, es un revolucionario subterráneo que toca el órgano. Autor y personaje comparten tres amores: la libertad, la música y el mar. Es el personaje más fuerte de Verne, pero también uno de los más aterradores: ¿a quién le gustaría encontrarse con el capitán Nemo?

-Si tuviera que aconsejar una sola novela de Verne, ¿cuál elegiría?

-¿Pueden ser dos?

-Por supuesto.

-En primer lugar, «La vuelta al mundo en ochenta días», pero también otra novela muy poco conocida, «Sans dessus dessous» (hay varias traducciones al castellano: «El secreto de Maston», «En completo desorden»...). Ahí continúa la trama de la obra «De la Tierra a la Luna» y de «Alrededor de la Luna» , y anticipa el furor por las explotaciones mineras de las riquezas de los Polos, la monetarización de todo. Era un visionario.