En primer lugar estamos obligados a depurar la semántica de lo que se exhibe argumentalmente como un «Servicio de Urgencias Sociales» que gráficamente sería S.U.S. sincretismo ampliado con la localidad promotora. Comparativamente las denominaciones de este servicio en ciudades como Madrid se conoce como «SAMU SOCIAL», en Barcelona como Cuerpo de Urgencias y Emergencias Sociales «CUESB», o el más sincrético «S.U.S.» que exhibe Burgos ciudad en la que parece más viable nos fijemos para implantar este servicio que de nuevo, en Gijón, lo único que tendría sería su operatividad las 24 horas del día todo el año, algo que no ocurre en la actualidad en nuestra ciudad a pesar del buen hacer del resto de servicios municipales que con gran profesionalidad y voluntarismo cubren esta carencia a horas intempestivas, en festivos o fuera del horario de oficina solventando estas urgencias, acabando en la mayoría de los casos los usuarios de los servicios sociales en los hospitales desviando un problema de índole social a las urgencias sanitarias.

Este recurso de atención a urgencias sociales es necesario cuando irrumpen emergencias por incendios, desahucios, edificios en ruinas, inundaciones, accidentes, intentos de autolisis, litigios familiares en los que median los malos tratos, y un sinfín de situaciones de alerta social que los servicios del orden detectan en sus intervenciones diarias. A este catálogo de riesgos hay que unir el envejecimiento endémico de la población gijonesa y la singularidad antropológica de habitar solos una vivienda, algo inaudito en las relaciones de parentesco en la familia humana y que el nuevo paradigma psicosocial incentiva. Con todo, si aceptamos esta realidad social debemos abundar en el seguimiento virtual y real de nuestros ancianos. Estamos obligados, de una vez por todas, evitar que nuestros abuelos se mueran en sus domicilios sin que les llegue un auxilio sostenible más allá de la teleasistencia a la que no todos tiene acceso, siendo en ocasiones la única señal de socorro el olor post mortem quien hace tambalear las conciencias de nuestra forma de convivencia en donde se suma la falta de apoyo familiar y la pérdida del espíritu vecinal que antaño garantizaban la compañía física, el roce. Ahora en la propiedad horizontal nos vemos pero no miramos, oímos pero no escuchamos, hemos pasado de ser comunidad a ser comuneros, y de redistributivos al prorrateo de la propiedad y sus cargas que nos deshumanizan, somos un índice en base a la superficie ocupada.

Ante esta realidad generalizada, y reconociendo la extraordinaria red de recursos de ayuda social que Gijón tiene a gala poseer tenemos que ser críticos en el sentido de que es muy mejorable la coordinación del amplio catálogo de fundaciones, asociaciones y servicios que amortiguan estas situaciones de desamparo social endémicas o sobrevenidas. La incorporación del Servicio de Urgencias Sociales-S.U.S. de Gijón como instrumento operativo es absolutamente necesario para nuestra ciudad e incrementaría la eficiencia a la respuesta a las emergencias, siendo tres las cualidades más destacadas de este nuevo recurso, a saber:

- La presencia durante 24 horas todo el año de una educadora social, un trabajador social y una auxiliar que se personarían con una unidad de gestión logística in situ en donde les requieran haciéndose cargo del anciano, del menor, de la asistencia especializada a la mujer maltratada inmediatamente ocurre el hecho, del apoyo intercultural al inmigrante incomprendido, del indigente y su exposición a las inclemencias y un largo etcétera de situaciones de riesgo social.

- La otra bondad sería la absoluta discreción que conlleva delegar en profesionales no uniformados el trato personal a los damnificados evitando así la alarma social de la presencia de los cuerpos de seguridad, haciendo más amigable la aproximación al usuario, un factor psicosocial de amplio alcance. Una unidad móvil de este tipo permite desde ubicar la filiación del usuario a través de un portátil, hacer la entrevista en un espacio discreto hasta trasladar de forma elegante al prestatario. Se están dando situaciones de asistencia múltiple a usuarios y en cambio faltar la figura más elemental del Educador o del Trabajador Social, auténticos profesionales en la materia.

- La otra cualidad del S.U.S. sería el control de la trazabilidad de la persona o familia afectada, léase el seguimiento que hacen en Madrid y Barcelona al respecto en plena sinergia y tutoría de los Servicios Sociales municipales siendo la palabra clave en la gestión: coordinación. Un usuario en estas circunstancias puede necesitar desde una atención psicológica, la dispensa de servicios de asistencia domiciliaria, un acogimiento temporal, hasta un proceso de reeducación en el entorno familiar o en las actividades básicas diarias siendo esta atención propia de educadores profesionales, trabajadores sociales y de la asistencia domiciliaria, no de los agentes del orden y salvamento que, en ocasiones, han de hacer funambulismo para acceder al rescate en el interior de las viviendas cuanto más asumir además esta gestión de asistencia social en su primer eslabón burocrático, o en su caso endosar el problema al hospital receptor enlenteciendo la tramitación del expediente por los saltos entre administraciones, para volver el anciano dado de alta hospitalaria a su domicilio y vuelta a empezar el ciclo asistencial con cargo a servicios que no están para eso.

De existir esta unidad de atención social urgente nos ahorraríamos y mucho recurrir a los servicios sanitarios o de orden público y los ancianos permanecerían en sus domicilios que es su única aspiración, salvo que el equipo profesional del S.U.S prescriba lo contrario en cuyo caso el proceso es arduo, pero tiene a favor que la gestión parte del equipo multidisciplinar que asiste al usuario en persona, en su domicilio y controla hasta el final su trazabilidad en el expediente personal.

Conclusión, el Servicio de Urgencias Sociales de Gijón (S.U.S) durante 24 horas los 365 días del año es una necesidad apremiante, teniendo en cuenta que una urgencia social no debe pivotar siempre en el orden público como en la actualidad, o desembocar por defecto en Sanidad. Detrás de cada anciana que cae al suelo activándose una pléyade de servicios para levantarla hay un abandono social implícito más que un hecho punible o una enfermedad. Igualmente en la atención a personas en situación de indigencia; detrás de cada mediación familiar e intercultural ante la notable incorporación inmigrante, o para cada conflicto de convivencia social y su resolución debe de habilitarse, cuanto antes, un corpus especializado cuyo exponente será una unidad móvil que traslade a los profesionales de la atención social al lugar de los hechos a cualquier hora o día del año, y cuya visión misión se sustente en los principios fundamentales y deontológicos del Trabajo Social y de la Educación Social. Asturias tiene cientos de egresados en estas disciplinas en situación de desempleo deseosos de poner en práctica sus conocimientos y su profesionalidad.