Será porque dicen que en España sólo se puede ser conocido por desempeñar un único oficio que a Gonzalo Suárez, a quien Julio Cortázar equiparó con Boris Vian, le han dado unos cuantos importantes premios cinematográficos y casi ninguno literario. Y sin embargo, desde «De cuerpo presente» a «El síndrome de albatros», el cineasta se ha revelado como un escritor de rara singularidad. A esa obra narrativa hay que añadir las crónicas que ha venido firmando con el seudónimo de Martin Girard o sus personalísimos guiones. Por eso, quizás, agradeció ayer especialmente el premio «Timón» para escritores asturianos en castellano e hizo una explicada defensa de la literatura: «Es el último reducto de la libertad; por eso hay que preservarlo».

Para Gonzalo Suárez, la literatura ofrece, frente al cine, unas posibilidades inmediatas: «Cualquiera con un bolígrafo y un papel puede ser Shakespeare». El autor de películas como «Epílogo» o «Remando al viento» habló como escritor: «Tenemos la coquetería de decir que la escritura es un trabajo duro, como los boxeadores cuando hacen sombra, pero es un oficio maravilloso que te permite ser libre y eso es algo que no tiene precio».

El escritor estuvo acompañado por los dos premiados: el poeta y narrador Miguel Rojo, que recibió el «Timón» para escritores en asturiano y gallego-asturiano, y Marcos Xabel Fernández, que recogió el primer «Timón» de cultura asturiana en nombre de la asociación Ensame Sidreru. A los tres galordanados se les estregó una de las características cerámicas del artista gijonés Jesús Castañón.

Miguel Rojo, autor de «Histories d´un seductor (memories d´un babayu» o de «El paséu/El paseo», tuvo una muy ocurrente intervención a partir de las letras que componen el sintagma «muches gracies». Marcos Xabel Fernández recordó que revista «La Sidra», que edita la asociación Ensame Sidreru cumple una década. Tras elogiar la «bebida nacional de los asturianos» y subrayar que «beber sidra no es hacer botellón», puso en la diana de su intervención ciertas políticas del Principado: «Hacer cultura asturiana estuvo siempre perseguido». El acto se completó con las actuaciones de la Coral Polifónica « Anselmo Solar» y de Carlos Alba («Cellero») con su monólogo «Llázaro de Tormes». Antes hubo un acto institucional en el que Humberto Gonzali, acompañado del concejal de Cultura, Carlos Rubiera, del director de la Fundación de Cultura, Xosé Nel Riesgo, y del secretario de la Academia de la Llingua, Roberto González- Quevedo, presentó «La Vagamar».