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Vijande y su pintura de la emoción

El joven y premiado artista gijonés reúne en Aristas una muestra representativa de su obra, en la que destacan las atmósferas de sus paisajes urbanos

Dos de los cuadros que Vijande expone en la galería Aristas.

He dicho en alguna ocasión que Andrés Vijande (Gijón, 1985) era uno de los pintores asturianos, menores de treinta años, de los que esperaba cosas interesantes. Han empezado a llegar. No hay más que acercarse hasta la galería Aristas (calle de Juan XIII, 9), donde este gijonés ha reunido una consistente representación de su obra, para comprobar que estamos ante alguien que posee un mundo pictórico propio, aun cuando en su pintura sean rastreables influencias y adherencias ajenas. Estamos ante un autor que ha avanzado muy deprisa en pocos años, moviéndose desde una figuración que parece querer disolverse en las llamadas fronterizas de la abstracción. Y manteniendo siempre la huella melancólica de una mirada ya hecha, propia; de eso, en fin, que podemos llamar, por resumir, un estilo.

La mayoría de artistas jóvenes comienza donde lo dejó Marcel Duchamp, la personalidad que más ha marcado el arte de buena parte del siglo XX y de lo que llevamos de esta nueva centuria. Vijande ha elegido, desde la modestia de un autodidactismo entusiasta, los caminos de otras tradiciones en las que aún es posible retomar la preocupación por el dibujo, la técnica, la composición, el claroscuro y demás aparejos empleados por quienes están interesados por el arte como una forma de representación y expresión.

Vijande, que recibió en 2011 el premio especial del jurado en el "Carrousel du Louvre", convocatoria que organiza la Societé National de Beaux -Arts de París, trae a esta exposición de la sala Aristas, en la que ya expuso hace dos años, una serie de cuadros que confirman el gusto del pintor por los paisajes urbanos en los que el agua, la lluvia o cierta bruma atlántica apuntan hacia una narrativa de los espacios como símbolos de la emoción.

Y es también una pintura "viajera" (de Gijón o Avilés a Nueva York, pasando por París, Amsterdam o Edimburgo) en la que Vijande pinta los detalles urbanos, fabriles o fluviales como si casas, vehículos, grúas, molinos de viento, árboles o puentes fueran pecios de una extraña melancolía que la pintura sustancia. Algún crítico ha subrayado ciertas similitudes entre esta pintura de Vijande y la del artista vasco Alejandro Quincoces, un pintor que comenzó, curiosamente, en la abstracción y derivó hacia una obra de explícitas referencias objetivas. Son dos artistas con gran facilidad para captar, gracias a la técnica minuciosa y el uso del color, determinadas atmósferas pictóricas como trasunto de un estado de ánimo. Ahora bien, parece que Vijande apuntara ya hacia otra cosa en un lienzo como "Google Maps-Satélite". Veremos.

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