Luján PALACIOS

La vida y su origen no entienden de lenguas. El científico y profesor de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín asistió ayer como invitado estrella al teatro de la Laboral para celebrar el "Día de les ciencies asturianes", con un auditorio compuesto por 1.200 alumnos de las asignaturas de lengua asturiana y gallego asturiano de 42 centros de la región. Bajo el título "Les aventures moleculares de la vida", Otín desveló paso a paso, obviamente en castellano, la evolución de los primeros organismos vivos, su desarrollo a lo largo de millones de años y los últimos y vertiginosos avances que llevan, en las últimas semanas, a hablar incluso de "cirugía genómica", que permitirá notables avances en la cura de enfermedades.

La aventura de la vida, que "está en todas partes", como recordó el investigador, "desde la lava de los volcanes hasta el mundo vegetal", arrancó hace 3.800 millones de años, con una única célula que se dividió e inició un proceso de copiado. Así, "todas las bacterias, los dinosaurios, Severo Ochoa, Messi, Cristiano Ronaldo y nosotros mismos procedemos de una simbólica célula única", explicó el ponente al bullicioso público.

La conferencia continuó desgranando los estudios que desde tiempos remotos ha puesto en marcha el hombre para llegar a conocer el origen de la vida, un punto al que los científicos han llegado tras analizar minuciosamente las moléculas y sus tareas fundamentales para la vida, sus códigos -el ADN y la secuencia del genoma humano-. Así, "hoy sabemos que tenemos 100.000 millones de neuronas y 100 billones de células", indicó López Otín, antes de relatar a los estudiantes cómo "en los laboratorios es donde más cosas increíbles he visto a lo largo de mi vida".

Como "la existencia de organismos inmortales o la creación de vida sintética, que en el futuro podría dar lugar a la creación de híbridos humanos". Y todo ello, con los medios que han permitido que "ahora seamos capaces de secuenciar un genoma humano en una noche y con un coste de 3.000 euros, cuando secuenciar el primero llevó 15 años de investigaciones con un coste de miles de millones".

Además, el científico llamó a los chavales a despertar su interés por la ciencia, junto con valores como "la solidaridad y el esfuerzo ante la adversidad", porque, al fin y al cabo, "el genoma dialoga con el ambiente y va cambiando; la genética se moldea". Una excursión por la vida "para la que no hay fronteras", resumió Otín. Ni barreras lingüísticas para aprender.