C. JIMÉNEZ

Formar desde la experiencia y con el objetivo de lograr un uso eficiente de los recursos sanitarios. Así nace la Escuela de Pacientes, heredera de una metodología desarrollada en la Universidad californiana de Stanford, validada en España por el País Vasco y que va a ser implantada en Asturias durante los dos próximos años. Esta acción formativa, que arrancó ayer en el hospital de Cabueñes e implica a 11 pacientes y 11 enfermeras del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa), se prolongará durante dos fines de semana y a su finalización los asistentes estarán preparados para dar información y enseñar habilidades en autocuidados y manejo de la enfermedad a otros crónicos como ellos. "El mensaje es más claro y llega mejor porque es educación entre iguales", apunta Estíbaliz Gamboa, responsable del programa "Paciente activo" en el servicio de salud del País Vasco (Osakidetza) que ayer participó como formadora en la Escuela de Pacientes del Principado.

La propuesta del Sespa se enmarca dentro del plan regional para el abordaje integral de las enfermedades crónicas cuyo objetivo es aumentar la calidad de vida de los pacientes y contribuir a la sostenibilidad de los servicios sanitarios. Una vez finalizada su formación, los pacientes crónicos que entren a formar parte de este programa serán capaces de "tomar el control de su salud", según los sanitarios, quienes aclaran, no obstante, que la labor de estos enfermos-formadores "no es dar consejos sanitarios ni clínicos sino hacer que otras personas en su misma situación pierdan el miedo a la enfermedad".

Para ello, explica Estíbaliz Gamboa, se trabajan herramientas de proactividad para mejorar la convivencia con una determinada patología y que estas personas "aprendan a incorporar cambios en su propias vidas".

Con los alumnos actuales que próximamente se convertirán en formadores se trabajan cuestiones como el tipo de cuidados que requiere cada enfermedad crónica. En el curso participan desde diabéticos a enfermos renales, oncológicos o con artritis. Esa realidad le ha permitido ver más allá de su realidad personal. Rogelio García, enfermo renal desde hace 28 años y presidente de la asociación Alcer Asturias, juzga muy positiva la experiencia. "Veo que tengo que cambiar un poco los métodos", reconoce ante la posibilidad de convertirse en formador, "pero esto nos va a venir muy bien a todos".

A Damián Uría, diabético de 21 años, le anima la posibilidad de compartir su realidad con otros enfermos. "No es que yo sea muy buen paciente pero lo primero es aprender a controlarse uno mismo y convencerte de que tienes que cuidarte para luego convencer de lo mismo a otras personas", apunta.

Otro de los objetivos de esta Escuela de Pacientes es el de ayudar a los crónicos a superar situaciones que les perjudican, responsabilizarse con sus tratamientos continuados y facilitarles los recursos y dispositivos que alivien sus situaciones. Como pautas comunes para todos: una dieta saludable, ejercicio moderado y un buen manejo de las emociones potenciando el pensamiento positivo y la relajación.

En el País Vasco la experiencia de estos programas durante tres años, con 1.350 participantes, revela un elevado nivel de satisfacción entre los participantes que, además, han mejorado en sus controles clínicos, su alimentación es más saludable y realizan menos visitas a los centros de salud. "Hay que superar la educación paternalista en el ámbito sanitario y tender hacia un sistema más colaborativo", defiende Estíbaliz Gamboa.