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Crítica / Música

El jazz asturiano cierra su festival

El jazz asturiano cierra su festival

La última jornada del Festival Jazz Gijón tuvo un claro sabor local. En la mañana del domingo la Banda de Música de Gijón hacía un recorrido por grandes clásicos de la historia del jazz, y por la tarde fue el turno de Carlos Pizarro Cuarteto y de Ethan Winogrand Electric Quartet, dos de las formaciones más activas en el panorama jazzístico asturiano que aprovecharon la oportunidad para presentar sus últimos trabajos, editados este mismo año.

Abrió el concierto Carlos Pizarro Cuarteto, con un repertorio configurado con temas de su álbum "La voz del árbol", estrenado en directo en el CMI Pumarín Gijón Sur el pasado mes de abril. Comenzaron con "Hasta tu ombligo y volver", el tema que también abre el álbum y que introduce al espectador en una atmósfera de sosiego y recogimiento en la que el tiempo parece congelarse. Los acordes en la guitarra de Pizarro y el paisaje sonoro creado mazas y baquetas por Félix Morales a la batería resultan hipnóticos y crean al ánimo apropiado para los desarrollos melódicos alternados de la guitarra y el saxo (Javier Rubio). Todo fluye de forma orgánica, en un torrente de sonoridades eufónicas y tiempos medios y lentos, como en la "Nana pa Mama", con abundancia de armónicos y sonidos cálidos. Se despidieron con "Porlafeis", compuesto por Horacio García (contrabajo), no sin antes aprovechar la ocasión para agradecer la oportunidad ofrecida al jazz hecho en Asturias dentro del festival y reivindicar apoyos para la música en directo, no sólo en teatros sino especialmente en los bares, que es donde se forja la cantera de músicos y seguidores.

Tras el descanso, Ethan Winogrand Electric Quartet salió al escenario para presentar su último trabajo "It´s the Heat". Un jazz en el que los patrones constantes del contrabajo (Joshua Kuhl) y la batería (Ethan Winogrand) dan total libertad a las melodías, desarrolladas con punteos incisivos y juegos de pedales a cargo de Michael Lee Wolfe a la guitarra eléctrica y de fraseos nerviosos y entrecortados a las teclas del Fender Rhodes de Jacobo de Miguel. Un jazz de tempos vivos y timbres cuidados, tanto en la combinación de teclado eléctrico y piano como en los solos de batería, más centrados en la combinación de golpes de timbal y caja que en el virtuosismo. El resultado fue interesante aunque algo monótono, y faltó un mayor cuidado en la comunicación con el público y en la disposición en escena. Así, el atril y la colocación de Wolfe, girado hacia la banda, no hicieron posible ver sus punteos a la guitarra. Cerraron el concierto con un tema animado cercano al blues rock americano de los años sesenta.

Así se despedía una edición más del Festival de Jazz de Gijón, que en los últimos diez días ha acercado a la ciudad propuestas muy diversas que conviven bajo el paraguas de esta etiqueta genérica. Los clásicos del swing, el blues y el soul compartieron espacio con lenguajes más eléctricos y ritmos flamencos y caribeños; una programación para todos los gustos con figuras de renombre en el panorama nacional e internacional.

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