Ante el escenario de desregulación que se plantea con la nueva ley de servicios profesionales, los ingenieros tratan de unir fuerzas. Ayer, en una jornada convocada por la delegación territorial del Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos en el campus de Gijón se puso sobre la mesa la necesidad de establecer una certificación que acredite una experiencia y que sea "marca identitaria" de la profesión tanto dentro como fuera de España. El planteamiento que realizó Javier Llompart, director de proyectos del Colegio de Ingenieros Navales, es que se establezca un nuevo registro donde los profesionales "acrediten una experiencia válida que sirva al mercado".

La iniciativa, que cuenta con el respaldo de los Colegios Profesionales de Ingenieros Agrónomos, de Minas, de Montes e Industriales, pasa por asegurar "que todos los ingenieros de España estén unidos bajo una misma certificación". Eso sí, indica Javier Llompart, "el ingeniero debe ser competente a lo largo de toda la vida profesional". Para ello, deberá renovar cada cuatro años esta certificación, "que es en habilidades, no en conocimientos teóricos", subrayó el responsable del Colegio de Ingenieros Navales en una jornada donde también se abordaron algunas de las iniciativas que esta organización presenta para sus colegiados: la Fundación Ingeniero Jorge Juan que funciona como una empresa de recursos humanos para quienes quieran integrarse en el sector naval y el portal Maritime Jobs, que se presenta como una bolsa de empleo abierta a todo tipo de profesionales del ámbito marítimo.

El lanzamiento del certificado IPR (Ingenieros Profesionales Registrados), que funciona mediante estándares internacionales, reconocidos en empresas nacionales y del exterior, es también una herramienta para diferenciar los distintos niveles de capacitación de los ingenieros. "Un ingeniero recién titulado no sabe ejercer la profesión, necesita una experiencia vital", sostiene Llompart. Con este sello que ahora promueven desde los colegios profesionales, las personas que se registren deberán contar con, al menos, cuatro años de experiencia profesional, con evidencias documentadas de ello. Lo que se pretende validar es que el ingeniero sea capaz de optimizar la aplicación de la tecnología y analizar y solucionar problemas vinculados a su ámbito de trabajo. "Queremos que se reconozca a los profesionales de la ingeniería", sostiene el director de proyectos del Colegio de Ingenieros Navales, sin excluir ninguna de las ramas técnicas de esta disciplina. Su ambición es que se sumen a la propuesta conjunta lanzada desde la Asociación de Ingenieros Profesionales de España (AIPE) los aeronáuticos y los "teleco", lo que permitiría representar al 90% de todos los ingenieros del territorio nacional. Y, a futuro, quedarían por incorporar los ingenieros de caminos.

Dicha certificación obliga a quienes la obtengan a seguir renovando a lo largo del tiempo las competencias acreditadas con este sello. "Y a hacer una formación continua a lo largo de toda la vida", concluyó Llompart. Los ingenieros navales celebrarán una nueva jornada en el campus el 10 de diciembre.