José Luis Argüelles (Mieres, 1960), periodista de LA NUEVA ESPAÑA, poeta, antólogo y autor de aforismos, presenta hoy "Las erosiones" (Trea), un poemario -el cuarto de su trayectoria-, en el que se consolida como una de las voces más sugestivas de la poesía española. El libro será presentado hoy por la escritora Vanessa Gutiérrez en la librería La Buena Letra de Gijón (19,30 horas) y mañana en la librería Pilarica de Mieres (19,30 horas) por José Ángel Gayol, escritor y coordinador del Club LA NUEVA ESPAÑA de Las Cuencas en El Caudal, y la ya citada Gutiérrez.

-"Nos iremos igual que esas estrellas/fugaces, en la bóveda tan fría", "Vivimos de la muerte que nos mira". Son versos del poema "Las erosiones" que abre su poemario, del mismo título. ¿Le desasosiega el paso del tiempo?

-El paso del tiempo me desasosegaba más, paradójicamente, cuando era joven. Con el transcurrir de los años he aprendido que estamos hechos de recuerdos y olvidos, y que el tiempo es el caprichoso narrador que escribe la novela de nuestra vida. Yo soy como un personaje que se rebela muchas veces contra ese autor. Frecuentemente, no me gusta ni cómo resuelve la trama, ni por supuesto el argumento de la obra, que dijo el maestro Gil de Biedma. De esas rebeliones surgen muchos de mis poemas. Pero he aprendido, también, a aceptar lo inevitable; soy lector de los estoicos. Supongo que en eso consiste envejecer, en ir traicionándonos poco a poco para poder reconciliarnos con la vida y sus simulacros. En realidad, casi nadie nos enseña lo verdaderamente importante: que el tiempo es el transcurso del aprendizaje de la muerte.

-El paso del tiempo, el amor, la muerte, la soledad, la "patria chica", la naturaleza, la vida en general. Su poesía es de sentimiento hondo, entre melancólica y desilusionada, pero tierna. ¿Son poemas desesperanzados?

-El tema de mis textos es siempre el mismo, la búsqueda de la poesía misma; es decir, el intento de entregar un poco de emoción a través de las palabras, de relaciones lingüísticas que propongan un cierto ritmo, una cierta melodía. En "Las erosiones" hay, ciertamente, poemas desesperanzados, pero hay otros también, como "Visión de diciembre", que pretenden ser una celebración de la vida y de sus ciclos, de los que forma parte la muerte. El libro es en muchos sentidos una insistencia en la cita de Zagajewski, uno de los grandes poetas vivos, que sirve de pórtico al libro: "¿Por qué la vida aspira/ tan tenaz a la destrucción?". Es inevitable que en mis respuestas a esa pregunta, dos versos de un poema que se titula "El viejo Marx", se traduzca mi propia relación con el mundo, con lo que pasa y nos pasa. Sólo se puede hablar de verdad a los demás desde la sinceridad con uno mismo. No hay poesía más comprometida, más política, que aquella que es capaz de expresar honestamente el origen de nuestro malestar profundo.

-Publica poco y crece en cada libro como poeta. ¿Cómo aborda su propio proceso poético?

-Creo que hay una cierta continuidad entre "Cuelmo de sombras", "Pasaje" y "Las erosiones". Y me parece que hay un cierto cambio estilístico en "Convalecencia", un largo poema publicado también este año. Soy un autor lento, y a mí la inspiración, o como quiera llamársele, suele cogerme siempre trabajando, pero en otra cosa. Me cuesta decidirme a publicar; es algo que tiene que ver, supongo, con la insatisfacción y la inseguridad. Casi todos mis poemas surgen de algunas palabras que llegan como por azar. Para que cristalicen en un poema necesito que tengan una cierta apoyatura rítmica que me mueva a continuar, a encontrar nuevas cosas. Después viene el trabajo, las correcciones, el oficio? Y hasta que ese texto me abandona o abandono yo.

-Son poemas que combinan un lenguaje culto y cercano que lleva a la emoción. ¿Cómo logra combinar estos tres elementos?

-Aspiro a una dicción clásica, pero con el lenguaje de hoy y que, además, provoque una cierta emoción en el lector. Sigo intentándolo, así que me resulta muy difícil responder a su pregunta; ¿tiene alguien la fórmula?

-¿Qué es la poesía para un periodista que trabaja cada día con una realidad cada vez más desconcertante y deprimente?

-La realidad es casi siempre desconcertante y muchas veces deprimente, de acuerdo, pero creo que hemos cedido demasiado rápido a la fácil tentación de masticar la papilla de la resignación, a vivir con la píldora del miedo. Formo parte de una de las generaciones más domesticadas de los dos últimos siglos. Ser periodista, un hermoso oficio que amo, es aún un privilegio pese a que esta profesión corra el serio peligro de deslizarse hacia el ruido por las poderosas presiones que sufre, en un momento además de desconcierto por la irrupción de las nuevas tecnologías. El periodista trabaja con datos, análisis, opiniones? El poeta busca otro tipo de verdad, menos evidente, tal vez más sustancial, que las palabras guardan para que la desvelemos.