Los trabajadores de la factoría gijonesa de Tenneco Automotive (antigua amortiguadores Monroe) y sus familias estarán pendientes el próximo jueves de una cumbre que se celebra en Bruselas. No de la que reunirá ese día a los 28 jefes de gobierno de la UE para decidir sobre el futuro de la banca, sino del encuentro entre representantes de la Comisión Europea, de los gobiernos de España, Bélgica, Asturias y Flandes y de representantes del comité de empresa de Tenneco con los máximos directivos en Europa de la multinacional estadounidense. Es la denominada "task force", un grupo de trabajo del que los empleados de la fábrica gijonesa esperan que salgan acuerdos para salvar la factoría, mientras que la empresa aspira a que se concedan ayudas públicas para facilitar su plan de cierre.

Hacia Bruselas partió pasadas las dos de la tarde de ayer un autobús con 53 trabajadores de Tenneco Gijón, incluyendo a parte del comité de empresa. Quieren hacerse oír a las puertas del Parlamento Europeo, y para eso llevan pancartas en francés. Si bien, la coincidencia con la cumbre de jefes de Estado en esa misma fecha, hacía ayer que los trabajadores albergaran dudas sobre si podrán manifestarse mientras dos de los representantes sindicales participan en la reunión de la "task force".

"No es un viaje de Asturias, Patria Querida. A lo que vamos es a evitar el cierre de la planta", explicaba poco antes de embarcar en el autobús el sindicalista Isaac Pérez a la asamblea de trabajadores. "Que tengáis buen viaje y que traigáis trabajo", respondía uno de los que se quedan.

La plantilla mantiene la moral y la guardia altas, pero es consciente de que la situación es muy complicada. Al tiempo que acudirá a la reunión de Bruselas, la multinacional ya está preparando las notificaciones oficiales a los miembros del comité de empresa de su decisión de proceder al cierre de la fábrica e iniciar los despidos. Según comentaban ayer trabajadores en la factoría, los despidos podrían comenzar el 20 de diciembre y prolongarse escalonadamente hasta el 20 de enero. Las cartas de despido pueden empezar a llegar a los trabajadores prácticamente a la par que las cestas de Navidad, que cada año reciben por estas fechas y que ya están en la fábrica, también pendientes de reparto.

Pese a todo, los trabajadores mantienen la esperanza, ante la intervención de la Comisión Europea. "No nos queda otra que ir con la moral a tope", explica Bernardino González, que está dispuesto "a luchar hasta el final y a encerrarse si hace falta". Un compañero de viaje apunta que "con ánimos se va; el problema es cómo vengamos", señalaba ayer Luis Miguel González, que se prejubiló de Tenneo hace un año, al igual que su mujer Milagros García. "El problema no es para nosotros, es para los que quedan. Chavales de treinta y tantos y cuarenta y tantos años, ¿qué futuro van a tener?", añadía poco antes de subir al autobús.

Otro viajero, Santiago Suárez, supervisor que lleva trabajado 40 años en la factoría, opina que "poco vamos a sacar con esta gente, pero vamos para allá a meter un poco de ruido y esperemos a ver qué dice el vicepresidente para Europa de Tenneco, Michael Charlton".

Ánimos no les faltan a los 53 trabajadores que ayer se desplazaron hasta Bruselas usando horas que les debe la empresa, permisos no retribuidos y vacaciones pendientes de disfrutar. Para que pudiera ir toda la plantilla, habría que convocar una huelga y nadie está por esa labor, explicaban trabajadores.

Su primera parada, después de 20 horas de viaje, no será el hotel, sino la sede europea de Tenneco, donde el comité de empresa intentará pedir explicaciones al director europeo Josep Fornos y al responsable europeo de recursos humanos, Wolfgang Fries por la denuncia presentada por la empresa contra un representante sindical.

Los que permanecen, junto a familiares, los despidieron con una ovación cerrada y con un corte de tráfico frente a la factoría, que comenzó a las dos de la tarde. El desplazamiento de casi una cuarta parte de la plantilla a la capital europea ha sido posible, entre otras cosas, porque la fábrica permanece al ralentí, produciendo a un tercio de su capacidad.

El presidente del comité de empresa, Isaac Piñera, apuntaba el objetivo del viaje: "Frenar los despidos". Mientras el futuro de la fábrica se dilucida en Europa, los trabajadores ya planifican las guardias durante las vacaciones de Navidad, para impedir el traslado de la maquinaria a Europa del Este. La consigna sindical, en caso de que la empresa lo intente es "llamar a la Policía", porque sería una obra sin licencia municipal.