El pasado domingo sucedía en Gijón algo excepcional: el teatro Jovellanos rozaba el lleno en un concierto de música clásica, pero además lo hacía con un público de perfil muy variado en el que abundaban los niños. Este concierto de navidad sin duda era una buena oportunidad para acercarse a la música orquestal, con un programa ameno plagado de grandes éxitos y con precios populares que convencieron a cientos de gijoneses a participar en la última cita orquestal de este año.

La Orquesta Clásica de Asturias fue la encargada de interpretar un programa que se abría con la obertura de "Las bodas de Fígaro", una pieza muy popular de Mozart que arrancaba con ímpetu, marcando los acentos, también con ciertos desajustes en el diálogo entre cuerdas y vientos que, no obstante, se fueron corrigiendo progresivamente a lo largo de la pieza llegando a un final compensado y redondo. A continuación, entraron los trombones y la tuba para afrontar el preludio de la ópera "Hänsel y Gretel", del alemán Humperdinck. Hubo algunos problemas puntuales en el arranque de las trompas, pero la obra fue interpretada correctamente, con los matices y las dinámicas que corresponden a una composición de lenguaje romántico. Buen trabajo del director Daniel Sánchez Velasco, que también condujo de forma certera la Pavana de Fauré, consiguiendo un ritmo de danza fluido y delicado desde el comienzo que contrastó con lo apasionado del segundo tema. Para cerrar la primera parte, las "Danzas Polovtsianas" de la ópera "El Príncipe Ígor", compuesta por el ruso Borodin, sirvieron para demostrar que esta orquesta funciona como grupo, consiguiendo un sonido muy compacto en secciones de diferente aire y rematando con un efectivo final.

La segunda parte comenzó con la "Bacchanale" de la ópera "Sansón y Dalila", compuesta por el francés Saint-Saëns. Una pieza característica del estilo evocador y lleno de color de este compositor que sonó enérgica y poderosa, y en la que el director se empleó a fondo para sacar la sonoridad de la orquesta, especialmente en el rabioso fortísimo final. La suite nº1 de "El Cascanueces" de Tchaikovsky discurrió compensada, aunque entrecortada en cada número por los aplausos del público. Mucho trabajo para la flauta, tanto en esta pieza como en otras de la primera parte, que realizó un papel muy notable. Tras un sonoro aplauso, llegó la obra navideña de la noche: la "Suite navideña" de Daniel Sánchez Velasco, que arrancaba con la tensión en las cuerdas y un imponente tema en los vientos, al estilo de una banda sonora de John Williams. En ella se fueron sucediendo los temas de villancicos populares, como "A Belén pastores", "Blanca navidad", "Gingle Bells" o "Los peces en el río", con arreglos muy dispares entre lo tradicional, el nacionalismo español y el swing. Una pieza bien construida que hizo tararear a más de uno en el patio de butacas. Como propina, un arreglo en clave de jazz del villancico "Noche de paz" a cargo del mismo Sánchez Velasco.

Fue una noche de números de ópera, danzas y, cómo no, villancicos. Un concierto de carácter festivo, muy apropiado para dar la bienvenida a la navidad y que contó con una orquesta que se sigue creciendo y afianzándose en el panorama musical asturiano. Sólo nos queda aplaudir esta iniciativa en la programación del Jovellanos y esperar que se repita en próximos años. La próxima cita con la Orquesta Clásica de Asturias es la semana que viene en el concierto de Año Nuevo.