"¿Servirá lo que yo sé para ayudar a alguien?". Era la duda a la que durante un tiempo le dio vueltas la avilesina Cecilia Ureña. Un interrogante que ponía algo de freno a sus inquietudes de ser cooperante. Porque Cecilia Ureña tiene el título de violinista del Conservatorio Superior de Oviedo. "No tenía muy claro cómo podía aprovecharse mi dominio del violín en algún proyecto de solidaridad", cuenta. Tras haber pasado un año como profesora de música voluntaria -también de pastoral- en un colegio del archipiélago chileno de Chiloé, donde sabe que llevó el violín a niños que nunca antes habían tenido oportunidad de aproximarse a este instrumento, le ha quedado más claro que para ser cooperante por el mundo sólo hace falta tener la inquietud y la sensibilidad. "Y si de lo tuyo no te necesitan, ya habrá algo que puedas hacer", explica ya de vuelta en Asturias.

Menos dudas tuvo de que la necesitaban Tere Celigueta, religiosa ursulina que en 2012 dio por concluida su trayectoria de casi 35 años como docente en el Colegio de las Ursulinas de Gijón. El padre Ángel hizo llegar ese año a su congregación una petición de ayuda para prestar apoyo en Haití. "Había llegado una carta de Mensajeros de la Paz en la que se preguntaba si habría alguna monja dispuesta a echar una mano en Puerto Príncipe", cuenta Celigueta. La respuesta fue inmediata: "yo cuando me jubile".

Y, efectivamente, en verano ya estaba poniéndose la vacunación correspondiente y acabados los exámenes de septiembre empezó con las maletas. Para entonces Mensajeros de la Paz había cubierto la ayuda que necesitaba, pero Celigueta no iba a quedarse con las ganas. A través de un sacerdote dominicano, Julio Acosta, una suerte de "padre de todos los haitianos en República Dominicana", al que en Asturias se le han financiado algunos proyectos, la religiosa ursulina salió para Haití en diciembre de 2012. Cecilia Ureña y Tere Celigueta, ambas integrantes del Comité Óscar Romero de Asturias con sede en Gijón -asociación miembro del Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina- han sido, aunque con casi 7.000 kilómetros de distancia entre sus proyectos, la extensión práctica de las inquietudes de muchos grupos de la región con sensibilidad social y religiosa. "Para nosotras a no hay países, es el mundo", dice Tere Celigueta. Y hay mucho mundo detrás de la crisis española.