"Antes lo sacábamos del tajo y ahora nos lu traen en camión". Así de gráfico se manifestaba un trabajador de Mina La Camocha a la Guardia Civil durante la investigación del supuesto fraude minero. El traslado del carbón desde los puertos hasta las instalaciones mineras en camiones, a la vista de sus trabajadores y de los vecinos, dio pie al inicio de aquella investigación de oficio de la Benemérita y la Fiscalía Anticorrupción.

No fueron los únicos en poner sus ojos en Mina La Camocha. Otro empresario minero que había tenido importantes conflictos con Fernando García Brugos, máximo accionista de Mina La Camocha, también había encargado a una agencia de detectives privados que vigilara los movimientos de su adversario. El resultado de aquella investigación privada fue que sólo en 1999 acabaron en el lavadero de Mina La Camocha 90.000 toneladas de hulla importadas por El Musel y Avilés.

Meses después de que LA NUEVA ESPAÑA se hiciera eco del informe de aquel detective, la Fiscalía Anticorrupción citó a declarar a un empresario minero asturiano, que dijo no saber nada del asunto. Se da la circunstancia de que el citado empresario también había tenido que responder ante los jueces por fraudes cometidos en sus propias explotaciones.

La trama

Tapadera

Mina La Camocha -siempre supuestamente- adelantaba el dinero a Trabajos y Explotaciones para que importara el carbón por los puertos y lo llevara hasta la mina. También suministraba carbón de cielo abierto Hullas del Coto Quirós. Ambas empresas falsificaban las facturas, emitiéndolas en conceptos de supuestos servicios prestados para camuflar la operación. Mina La Camocha también revendió a la Térmica carbón que había adquirido directamente como si fuera para los vales de carbón de sus trabajadores y jubilados.

Mezcla

Las subvenciones a la actividad extractiva de la mina se desviaban así a la compra de carbón foráneo, cuyo precio era una quinta parte de lo que costaba extraerlo del pozo gijonés. El carbón foráneo se mezclaba con el de la propia mina, para venderlo a la Térmica de Aboño haciéndolo pasar por producción propia.

Ausencia de control

El supuesto fraude se vio favorecido por el hecho de que la Administración no ejercía ningún control efectivo sobre la producción real de la mina gijonesa, limitándose a cruzar los datos de la producción declarada con las toneladas vendidas a la Térmica de Aboño.

Juicio

El supuesto fraude, que se cometió entre 1998 y 2000, llega ahora a juicio. Esta mañana se celebrará la primera de las diecisiete sesiones de la vista.