Nació como chalé particular en la primera década del siglo XX; se convirtió en casa de ejercicios espirituales bajo la propiedad del Arzobispado, que adquirió la finca y la casa en 1952 y la vendió en 2000 a dos constructoras; fue lugar de pernocta, en 1954, del cardenal Roncalli -después Papa Juan XXIII- y vivió su plenitud en los años finales del franquismo como lugar de encuentro de grupos progresistas de la Iglesia asturiana, que se alternaban en la ocupación de sus salas con cualquier colectivo de izquierdas con inquietudes democráticas. De tal forma que en las mismas habitaciones donde unos días se practicaba el cristianismo contemplativo, otros días se planificaban huelgas, se articulaban comités sindicales, se refugiaban los "rojos", nacían movimientos feministas o se debatían las acciones de la Iglesia progresista.

Toda la intensa historia vivida intramuros de la antigua casa diocesana o casa de ejercicios de El Bibio ha empezado a convertise en cascotes. Los generados por una empresa gijonesa especializada en demoliciones que lleva dos días convirtiendo en escombros el chalé que el arquitecto Luis Bellido diseñó, allá por 1903, para el empresario Florencio Rodríguez en su finca de El Bibio, aunque del proyecto presentado poco o muy poco pudiera reconocerse debido a las sucesivas transformaciones del inmueble.

La demolición causó ayer cierta sorpresa en círculos municipales ajenos al equipo de Gobierno y también vecinales, por el hecho de que el inmueble está incluido en el Catálogo Urbanístico de Gijón como elemento de protección ambiental. En dicho catálogo se recoge que lo que hasta ahora quedaba en pie eran "restos de una vivienda unifamiliar de estilo ecléctico, contruida hacia 1910, que posteriormente fue transformada en equipamiento de carácter privado (...)". Los redactores del Catálogo reconocían que "el edificio ahora existente carece de interés en su conjunto", si bien se consideró necesario proteger los elementos que se conservaban del edificio original, "como uno de los últimos ejemplos de las grandes viviendas unifamiliares burguesas de comienzos del siglo XX que constituyeron este barrio en origen".

La antigua casa de ejercicios de El Bibio, que ahora se está demoliendo, es en la actualidad propiedad de la empresa Masbibio Invest S. L., vinculada a la familia Masaveu. Luis Masaveu compró en el 2008 el inmueble y en su intención estaba la de dar un uso hotelero a las instalaciones, con un proyecto singular para un pequeño hotel de poco menos de cuarenta habitaciones.

Pero el proyecto encaó, por el contexto económico y las dificultades esenciales que tenía la finca para el desarrollo del negocio empresarial, y desde entonces la casa vivía sus peores años, con ocupaciones irregulares de indigentes, con algún incendio que afectó al interior y problemas serios de conservación que suponían, como ayer indicaron algunos expertos, un "riesgo de colapso si no era este invierno, el próximo".

Ni los portavoces políticos ni los vecinales de la zona eran desconocedores de ese deterioro progresivo de la casa, que nunca volvió a abrir sus puertas desde que en el año 2000 el Arzobispado vendiera la parcela de más de 5.000 metros cuadrados -en la que estaba enclavada la casa- a dos constructoras, por casi 900 millones de las antiguas pesetas, con las que se garantizaba la inversión en otros proyectos parroquiales gijoneses. Gracias a un proyecto de segregación y a la demolición de algunas de las partes adosadas al chalé original de El Bibio, en la parcela se pudo construir un nuevo edificio y se reservó una edificabilidad muy limitada para el caserón.