La romanización de Asturias nunca alcanzó la intensidad que tuvo en otros territorios de la península Ibérica, como la Bética, pero sí fue mayor de lo que se creía hace sólo unos años. Narciso Santos Yanguas, catedrático de Historia Antigua Universal y de España de la Universidad de Oviedo desde 1990, está convencido de que la investigación epigráfica puede ampliar aún más esos conocimientos. Se muestra prudente y reticente, no obstante, ante teorías o afirmaciones de gran acogida popular tras investigaciones como las efectuadas en el monte Curriechos, entre los concejos de Lena y Aller, en el yacimiento arqueológico del campamento romano de la Carisa. "No me creo lo de la gran batalla", afirma el profesor y autor de varias publicaciones de referencia: "Asturias, los astures y la cultura castreña", "Asturias, los astures y la administración romana durante el Alto Imperio" o "Asturias, los astures y la minería romana del oro", todas publicadas por KRK.

Santos Yanguas, que abrió ayer en el Ateneo Jovellanos un ciclo sobre la cultura castreña en Asturias con la conferencia "Las poblaciones prerromanas en Asturias", habló antes con este diario sobre ese período histórico y el posterior, cuando los romanos deciden completar la conquista de la Península, a finales del siglo I a. de C., atraídos por los recursos mineros del Nnoroeste, el oro y la plata. Hay quien ve en los hallazgos del monte Curriechos y en las fortificaciones del cercano Hormón del Faro, a 1.700 metros de altitud en el cordal de Carraceo, las señales o pruebas de una feroz resistencia por parte de los astures a la penetración romana. Para el catedrático, las pruebas del carbono-14 son concluyentes en lo que respecta al Hormón del Faro, al datar esos restos fortificados en una fecha próxima al final del siglo VI o principios del VII. Estarían relacionados, más bien, con una posición defensiva por la "llegada de los árabes".

Santos Yanguas sostiene que la romanización de Asturias se hizo en dos fases, con una duración de unos 250 años y mediante destacamentos militares en los enclaves de interés minero o estratégico. La vía de la Carisa sería, en este sentido, uno de esos pasos desde el interior hacia la costa, fundamentalmente hacia Gijón, donde llegaron a levantarse hasta veinte villas romanas, como las de Veranes y Murias de Beloño. Esa línea de comunicación justificaría los hallazgos romanos de Memorana, en Vega del Ciegu (Lena) o en Uxo (Mieres).

El proceso de romanización comienza a finales del siglo I a. de C., con el enrolamiento de astures como tropas auxiliares en las legiones romanas (Pintaius, astur transmontano, fue uno de esos soldados). Esa fase, según Santos Yanguas, se cerró hacia mediados del siglo I, con los emperadores Claudio y Vespasiano. La segunda fase se abrió y fue consecuencia de la explotación de los recuros mineros, en la que los romanos emplean como mano de obra a los indígenas. Esas minas empiezan a decaer a finales del siglo II, aunque aún Caracalla, emperador entre el 211 y el 217, trató sin éxito de reactivar esa industria extractiva. La romanización no cubrió la totalidad del territorio asturiano.