José Ignacio Wert, uno de los ministros más cuestionados del gobierno estatal, no salió ayer bien parado en el relato histórico que el profesor Luis Fernández González hizo de la formación profesional española. Este oficial tornero de la promoción del 68, con casi cuatro décadas de trayectoria docente en la Universidad Laboral, incluso llegó a calificar de "locura" su política educativa, que ha tomado cuerpo legislativo bajo las siglas de LOMCE.

"Se establece que, para aquel alumnado que se seleccione, un tercio de las horas de formación sean de estancia obligatoria en empresas. Hasta ahora, era una quinta parte del horario, pero para todo el alumnado", puso sobre la mesa Luis Fernández González. "Lo que denominan Formación Profesional Dual es una solución para unos pocos, cuando se debería buscar una solución general", criticó.

En opinión de este profesor de FP, miembro del Movimiento por la Escuela Pública en Asturias, el ministro de Educación del actual gobierno del PP "está redescubriendo la alternancia", término que el socialista José María Maravall acuñó hace 18 años en su apuesta por la coparticipación de centros educativos y centros de trabajo para hacer de la Formación Profesional una salida laboral de calidad. Con la diferencia que la alternancia que se proponía entonces "era para todo el alumnado" y las circunstancias económicas invitaban a una mayor implicación del tejido industrial.

"Las empresas estamos para generar empleo, no para proporcionar formación, hemos llegado a escuchar en los consejos sociales", reveló ayer Fernández González durante su charla, que tuvo lugar en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón y llevaba por título "La formación profesional: la formación dual y la figura del aprendiz". Y para contextualizar el debate se remontó hasta la Ilustración y la primera Escuela de Artes y Oficios de Gijón, que abría sus puertas en 1887 en el número 15 de la calle Instituto.

Su director, Justo del Castillo, defendió en el acto inaugural que "con la formación se pasa del trabajo brutal al trabajo inteligente". Por entonces, obreros y mujeres accedían a la Escuela de Oficios por la puerta de atrás. En 1955, lo que hoy conocemos como FP "aparece como un motor de mejora social por la necesidad urgente de salir del subdesarrollo industrial". De ahí, a 1970, año en el que Villar Palasí abogó por "acelerar la democratización de la Educación", aunque "no fue capaz de evitar que la Formación Profesional siguiera siendo una segunda vía de formación, la de los que supuestamente están peor dotados a nivel intelectual". Para Luis Fernández, la Ley Wert se retrotrae no a la década de los setenta, sino mucho más atrás.