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Crítica / Arte

Guillermo Basagoiti, rescatado del olvido

Digamos en principio que la calle Recoletas está situada entre la plaza del Ayuntamiento y la plaza del Marqués y debe su nombre a que por allí vivieron un tiempo las Agustinas Recoletas del Campo de las Monjas, tras la desamortización de Mendizábal (1836). Luego pasaron a la Travesía del Convento y más tarde al nuevo convento de la plaza de Villamanín (Somió), donde daba la vuelta el antiguo tranvía.

En el sótano del edificio restaurado que alberga el Colegio de Arquitectos están las piezas de Guillermo Basagoiti García-Tuñón (Madrid, 1944), que se dedicó a la escultura durante seis años -de 1975 a 1981-, tarea que fue dejando al asumir la puesta en marcha y dirección del Museo Evaristo Valle y del Museo Antón de Candás. Guillermo cuenta (entrevista de J. L. Argüelles, LA NUEVA ESPAÑA del 20-01-2014) que, tras sus experiencias de niño en Bilbao, fue Rubio Camín quien le hizo escultor y le abrió las puertas de Asturias.

Son catorce las piezas que se exhiben: nueve de la serie "Espacios ortogonales" (1976-81), dos de la serie "Superficie del cubo" (1982), una de la serie "Decollages navales" (1980), una de la serie "Tiempos" (1976) y el "Homenaje a Camín" (2010). El resto de su obra puede verse proyectado en la pared, como la curiosa serie "Signos encontrados". Las imágenes proceden de la exposición del conjunto de su obra por la Diputación de León durante el año 2012, que estuvo abierta desde marzo hasta octubre.

Puede consultarse el catálogo de la misma, con "Presentación" de Isabel Carrasco Lorenzo, presidenta de la Diputación; "Aproximaciones" de Luis G.ª Martínez, director del departamento de arte del Instituto Leonés de Cultura, y el texto "Guillermo Basagoiti. De creador a hacedor" (páginas 17 a 59) escrito por Francisco Zapico Díaz.

De la colaboración entre Basagoiti y Francisco Zapico han surgido dos parques escultóricos en la zona central de Asturias: el del Museo Evaristo Valle y el de Candás, que va desde el Museo Antón a la capilla de San Antonio de Padua. Cierto que Rubio Camín tenía un largo recorrido cuando volvió a Asturias, pero la catalogación de la obra de Amador se hizo en el Evaristo Valle, entre Basagoiti y Zapico, dando origen a una memorable exposición en el Antiguo Instituto. De modo que se entiende muy bien el titular de la entrevista arriba citada: "Me he planteado el Museo Evaristo Valle como una continuación de mi obra artística". (Una variante del texto de Zapico: "De creador (de su propia obra) a hacedor (de mundos complejos)". Aquí reposan las cenizas de Amador, sufren las inclemencias del tiempo los troncos de Maojo, se guarda memoria de Javier del Río y Christa Beissel, sigue luciendo la valla de angulares de Camín y se muestran en depósito obras de Amancio, Francisco Fresno, Fernando Alba, etcétera, hasta que alguien las compra y se las lleva.

Las piezas de "Espacios ortogonales" son macizas. El cubo cerrado mide 15 centímetros de lado y ha sido cortado de una lámina de 15 centímetros de grueso. La parte abierta se compone de elementos soldados entre sí, cortados sobre plancha de 5 centímetros de grueso. Tras quemarlos y oxidarlos, el conjunto forma, más o menos, dos cubos unidos, uno entero y otro a la estética del vacío. Piezas que llevan muchísimo trabajo, pues los métodos de corte de hace cuarenta años nada tienen que ver con los actuales. Y el resultado es original, al ofrecer nuevas formas, estéticas e industriales, de vaciar el cubo.

De cubos a la estética del vacío de Jorge Oteiza tenemos otras dos piezas. Una contrapone cuatro caras contra dos y la otra tres contra tres caras. Comparando con los anteriores "espacios ortogonales" tenemos que oponer ciertas palabras, como dice Zapico: apertura frente a recogimiento, hueco frente a densidad, vacío frente a silencio.

Los "decollages náuticos" podemos entenderlos de la siguiente manera: si un barco es un conjunto de piezas diferentes ("collage") encajadas con destino a un fin práctico (navegación), el "decollage" parte de una nueva reunión de piezas homogéneas ordenadas bajo criterios estéticos. Los cordones de soldadura están patentes. Las obras de esta serie de Guillermo Basagoiti proceden de un carguero que recorrió el Mississippi durante muchos años y fue desguazado en los muelles de Fomento de nuestra ciudad. Estamos ante un homenaje al trabajo y a los materiales de hace un siglo, que están como nuevos. Años después (2003) el propio Camín plantó restos del "Castillo de Salas" en la Senda del Cervigón.

Termino diciendo que, a pesar de dedicarse a la escultura sólo durante seis o siete años, expuso Guillermo Basagoiti en Madrid, París y Nueva York. Y acerca de su obra escribieron Jesús Villa Pastur, Luciano Castañón, Javier Barón, José M.ª Moreno Galván, Francisco Calvo Serraller, Fernando Huici, Ramón Rodríguez, Francisco Crabifosse, Rubén Suárez y María Soledad Álvarez Martínez.

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