Saben que han ganado tan sólo una batalla de una guerra que todavía se prevé dura, pero ayer quisieron celebrarlo y compartirlo con Gijón en señal de agradecimiento por su apoyo. Centenares de personas acudieron al mediodía a la espicha organizada por la asamblea de trabajadores de la fábrica de amortiguadores de Tenneco y, entre ellas, numerosos afectados por procesos de despidos colectivos en otras plantas de la región. "Hay que festejar las pocas batallas que vamos ganando la clase trabajadora después de la insidiosa reforma laboral que nos impuso el Gobierno de Rajoy", señalaba Javier Álvarez, trabajador de la Fábrica de Armas de Oviedo.

La espicha, además de un agradecimiento, se convirtió, así, en una celebración por la sentencia a favor lograda por la plantilla de Tenneco, que anula el ERE y obliga a la multinacional a readmitir a sus trabajadores de la factoría gijonesa. "Pedimos a la sociedad asturiana que nos siga apoyando", proclamó Isaac Pérez, miembro del comité de empresa de Tenneco, un apoyo que no se puede poner en duda y, de hecho, muchas de las viandas ofrecidas en la espicha de ayer fueron donadas por comercios y vecinos de la zona de la fábrica. Algunos de ellos se acercaron a la fiesta.

"Lo que han conseguido es una victoria entre comillas, porque hay que esperar al Supremo, pero importante, porque la justicia nunca da estos espaldarazos a los trabajadores", señalaba María Xosé Martínez, alumna del IES Roces, muy cercano a la planta y desde el que, junto a un grupo de compañeros, lleva tiempo apoyando la causa de la plantilla de Tenneco. También estaban presentes familiares de trabajadores afectados. "En la Monroe trabajan mi padre, mi hermano y mi tío. La sentencia nos dio mucha alegría y parece que esto va remontando", señalaba Jorge Suárez.

En la fiesta estaban presentes afectados por el cierre de la embotelladora de Coca-Cola de Colloto, además de otros colectivos de trabajadores afectados por la crisis, que han formado un frente común junto con los de Tenneco, incluidas las mujeres de la lavandería de Cabueñes o los despedidos del hotel León. "Nos apoyamos los unos a los otros. Dentro de lo mala que es esta situación, una victoria, aunque sea momentánea, es grande, da ánimos y moral", afirmaba Alberto González, afectado por el ajuste en el Matadero Central de Noreña.

No faltaron la gaita y el tambor en la espicha, en la que se sirvieron mil litros de sidra. Incluso algunos de los coches y autobuses que pasaban por la transitada carretera donde se sitúa la fábrica pitaban en señal de festejo al pasar al lado de ella. "Somos conscientes de que esto no acabó", matizó en su discurso Isaac Pérez.

El final del mismo, al que precedió un minuto de silencio en memoria de la familia gijonesa fallecida en un incendio en Burgos, dio paso a los gritos: "¡Que viva la lucha de la clase obrera!".