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En los bosques de la glotología

El filólogo gijonés acaba de publicar "Gramática comparada de las lenguas ibéricas", un trabajo único en el que estudia la variedad lingüística peninsular

En los bosques de la glotología

Quienes amamos las definiciones precisas de las disciplinas filológicas (Pla dijo, con razón, que lo difícil es describir y no opinar) miramos esta monumental "Gramática comparada de las lenguas ibéricas", recién editada por Trea, como quien contempla el pulido y contundente sillar de un templo del conocimiento. Y a su autor, el filólogo Ramón d'Andrés Díaz, como a un minucioso y paciente académico (he estado tentado de escribir "sabio") que ha logrado al fin sistematizar en estas 822 apretadas páginas el inventario de los rasgos morfosintácticos, fonológicos y fonéticos que comparten las lenguas peninsulares: el castellano, el asturleonés, el catalán, el vasco, el gallegoportugués, el aragonés y el occitano (aranés). Dicho de otro manera, el profesor titular de Filología Española y Asturiana de la Universidad de Oviedo ha hecho el meritorio trabajo (él prefiere referirse a esa ardua tarea como a un pasatiempo en los bosques de la glotología) de poner negro sobre blanco lo que tienen en común y de diferente las lenguas de la piel de toro.

Es, en fin, una labor con pocos precedentes en un país en el que son raros los cantos rigurosos -hechos desde la doble perspectiva diacrónica y sincrónica- a la glotodiversidad. Y es una magna obra que, claro, pasará desapercibida salvo para los especialistas. Por eso estas líneas de atención a un universitario de fuste, autor de una docena de títulos ("Gramática práctica del asturiano", los tres volúmenes de "Cuestiones d'asturianu normativu", entre otras obras), que es miembro numerario de la Academia de la Llingua, del Real Instituto de Estudios Asturianos y presidente de la Fundación Caveda y Nava. Fue uno de los redactores de la "Gramática de la Llingua Asturiana", "Normes ortográfiques" y "Diccionariu de la Llingua Asturiana".

Ramón d'Andrés, que fue también director de Política Lingüística del Principado entre enero de 2004 y agosto de 2007 ("un paréntesis del que guardo buen recuerdo, aunque nunca tuve militancia política y no repetiría", dice ahora), nació, curiosamente, en Madrid el 28 de mayo de 1959. Su padre, el conocido escritor en asturiano Mánfer de la Llera, fallecido en 2005, estaba allí trabajando para una empresa sueca. Pero nuestro filólogo, casado y trasplantado a Oviedo en el curso 1994-1995, se consideró siempre un gijonés del barrio de Pumarín. A "Las 214", calle Extremadura, había llegado desde Lieres (Siero), donde su progenitor fue minero en Solvay, con apenas cinco años de edad. Estudió en la escuela de doña Enedina y en el colegio Rey Pelayo.

¿Cuándo nació en Ramón d'Andrés el amor por las cuestiones filológicas? Recuerda que sintió desde guaje una viva curiosidad por las palabras, estimulado quizás por los libros que veía en el despacho de su padre y en la afición a la literatura de Mánfer, con quien firmó un muy curioso "Vocabulariu asturianu de la mina". "Yo tenía un ambiente familiar muy agradecido, muy culturalista pese a las raíces mineras, tanto por mi padre como por mi madre (Celia)", relata. En esa vocación lingüística tuvo que ver también, sin duda, su Bachillerato en el Instituto Jovellanos, donde encontró profesores a los que aún recuerda desde el agradecimiento: Francisco Vizoso, casi legendario profesor de Latín, y la escritora Sara Suárez Solís, o Manuel Fernández de la Cera, que sería consejero de Educación, Cultura y Deportes del Principado entre 1983 y 1990.

Llegó en 1976 como estudiante a la Universidad de Oviedo, en donde lleva dando clases (impartió ya en 1985 la primera asignatura de Lengua Asturiana) casi tres décadas. Su mayor duda era si iba a cursar Filología Española, Clásicas o Filología Románica. La Facultad que abría sus puertas en la plaza de Feijoo era un referente por la actividad del catedrático y académico de la Lengua Emilio Alarcos, introductor en España de los estudios lingüísticos desde la perspectiva estructuralista.

Pero por aquellas aulas y departamentos andaban también otros notables profesores, como el hoy académico Salvador Gutiérrez, José Antonio Martínez. Y también Xosé Lluis García Arias y Ana María Cano, sucesivos presidentes de la Academia de la Llingua Asturiana. "Me gustó hacer la carrera", afirma el autor de "Gramática comparada de las lenguas ibéricas", que rememora aquella disputa y ruptura entre Alarcos y sus discípulos asturianistas. Ramón d'Andrés aún conserva la carta, "no muy afortunada", que le remitió Alarcos para comunicarle su renuncia a dirigirle la tesis porque iba a redactarla en asturiano. Desde 1981 a 1984 dio clases en la flamante Universidad de León, hasta que pudo regresar a Oviedo para enseñar en Magisterio. Filólogo al que le interesa también la investigación, anda ahora enredado en las fronteras entre el gallego y el asturiano. Respecto a esta última lengua, milita en el "optimismo contenido".

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